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Región
Programa Manos a la paz llega a su última semana
Se trata de la visita al Catatumbo de 24 universitarios de diferentes partes del territorio .
Lunes, 27 de Junio de 2016

Hace cuatro meses se lanzó el programa Manos a la paz para Norte de Santander, en el cual 24 universitarios de distintas regiones del país estarían en el territorio apoyando a las alcaldías en algunos procesos.

Su misión terminará la próxima semana, momento en que regresarán a sus lugares de origen.

Angie Tatiana Goyeneche es una de esas estudiantes que de la fría y enorme ciudad de Bogotá llegó a Convención, la puerta de entrada a Catatumbo.

Comenzó el viaje con expectativas, dudas y temores.

Era lógico si, como cuenta, lo único que sabía de la zona se lo habían enseñado parcializados medios de comunicación y Google.

“Recibí toda la estigmatización del territorio, incluso por parte de mis conocidos de la respetada Bogotá”, afirma. “Esa tan respetada ciudad solo es el eje de una cantidad de entidades y hombres de traje manejando un país que yo veía muy distante”.

Acostumbrarse a la localidad le costó menos de lo que esperaba, pese a que el pueblo la recibió con la sequía en su máximo esplendor y había racionamiento de agua.

Encontró gente amable, colaboradora y gentil, y quedó impresionada con la comunidad que halló en las veredas El Diviso y La Soledad.

Su trabajo se enfocó en la visibilización de las actividades de la alcaldía, pues debía poner en práctica lo aprendido como estudiante de comunicación social, de la universidad Santo Tomás.

“Desde mi llegada pude ver asombrosos paisajes y los atardeceres más majestuosos”, relata. “Desde la larga carretera, el sol es único, en un territorio que abrió sus brazos a una simple citadina, para poder ver la realidad”.

Dice que la zona tiene un ambiente tranquilo, y desde que se bajó del carro en que viajaba quedó impactada con el parque. Enseguida supo que estaría en familia.

“Lo que más me gustó fue arriesgarme a conocer otro lugar que no era el esperado”, dice. “Imaginé que iba a otro mundo, pero no fue así. Conocí otra parte de Colombia”.

Otra historia

Yarima Negrete vivió en El Carmen y dice, con absoluta seguridad, que “aquí ni trifulcas hay”.

“Nunca vi guerrilla, ni sentí presiones, ni ocurrió nada negativo”, asegura, mientras piensa la siguiente frase. “Es tremendamente impactante”.

Para Yarima fue increíble el contraste entre lo que escuchó y lo vivido.

“Vine con mucha reserva, pero estar acá es lo más tranquilo y bello”, afirma. “Hubo algo de zozobra después de lo del alcalde (un atentado), pero nada más”.

Esta estudiante de Administración de empresas turísticas y hoteleras, de la Universidad Autónoma del Caribe, le dejó al pueblo el comienzo del plan especial de manejo y protección del pueblo, para impulsar el turísmo y fortalecer el tejido social.

“Los carmelitanos tienen un sentido de pertenencia muy fuerte”, dice. “Lástima que la gente de Cúcuta, que hasta trata de asustarlo a uno, no sepa lo que se está perdiendo en esta ‘tacita de plata’”.

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