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Villa del Rosario: paraíso de abejas

En el municipio muchas de ellas armaron su hogar en zonas abandonadas o descuidadas por los humanos.

Solo en 2016, el Cuerpo de Bomberos de Villa del Rosario ha tenido que realizar 41 intervenciones por la presencia de colmenas en distintos barrios y veredas del municipio.

En viviendas, colegios, iglesias, cajas de distribución de aguas negras y hasta el cementerio, las abejas y avispas han encontrado los refugios apropiados para establecer sus hogares. Esta zona es, al parecer, una de las más atractivas para ellas o, al menos, en la que se registra un gran número de llamados de alerta.

Anualmente se reportan casi 50 incidentes con abejas y, aunque no todos terminan en problemas, sí se han tenido fallecimientos de animales y personas.

Uno de los últimos casos ocurrió el año anterior en el sector de Lomitas, donde un anciano que, al parecer, intentó atacarlas con fuego terminó siendo víctima de las picaduras.

De ahí que no sea, en lo absoluto, conveniente erradicarlas porque su furia puede terminar en la clínica o en una sepultura.

Además, las bajas en su población tendrían impactos negativos en la reducción de la flora, con lo cual la agricultura y la misma vida iría en declive.

Según la teniente Rocío Cequeda, para los bomberos salvar la vida es el eje de su trabajo; por ello, jamás se les mata.

“Cuando la gente nos llama, lo primero que hacemos es preservarlas”, afirma. “Las entregamos a un apicultor y él se encarga de cuidarlas”.

Si bien los bomberos no tienen la competencia para retirar las colmenas, pues su objeto misional no incluye esta actividad, lo hacen sin problema pues comprenden la urgencia de atención para minimizar riesgos.

Por ejemplo, en el barrio Grancolombia, se han visto en aprietos para retirar una colmena de un poste de energía.

“El poste es de la empresa de energía y constituye un sitio en el que no podemos intervenir”, comentó. “La empresa debe dar el permiso para que no cometamos una infracción”.

Además de dar el aval, la entidad debe quitar momentáneamente el fluido eléctrico pero, en últimas, la complejidad que reviste para los bomberos efectuar el procedimiento es grande.

“Sería más fácil que ellos lo hicieran con el carro escalera que tienen, porque para nosotros es difícil subir a un poste de casi seis metros de altura”, dice la teniente.

Ahora, esperan una respuesta en vista de que el panal no solo está fuera de la estructura, sino que sus habitantes también permanecen dentro de la estructura, que es hueca.

¿Por qué llegaron?

Según la experiencia de los bomberos, los factores climáticos son claves para que las abejas y avispas busquen un nuevo lugar para vivir.

Se sospecha que, al menos este año, parte de su establecimiento masivo se originó en la ocurrencia de incendios, como los de Tibú a comienzos de este año, y algunas lluvias.

En el primer caso, el fuego y el humo son detonantes para su salida de cualquier lugar, aunque no son las únicas circunstancias, pues la pérdida de su hábitat por el cambio climático, los monocultivos, los plaguicidas y herbicidas, más la falta de flora silvestre también les afecta.

En relación con la lluvia, después del intenso calor, es el vapor que sale del contacto entre el agua con la tierra el que las ahoga y obliga a trasladarse a otro sitio.

En Villa del Rosario, así como en otras zonas, encuentran lugares apropiados y cualquier espacio vacío es tentador.

“Hendijas, espacios entre las paredes, huecos entre las tejas y los techos de las casas… En fin, todo lugar dejado por descuido humano es útil”, señala la teniente.

La solución es única: estar atentos a no dejar zonas en las que se puedan establecer, pues hasta lo que los humanos consideran desechos, ellas los ven como un hogar.

“Uno de los últimos hechos que atendimos fue en el barrio 20 de Julio, dentro de un carro viejo”, relató Cequeda. “Lo curioso es que los compañeros no encontraban dónde estaban ubicadas y se hallaron dentro de un neumático”.

¿Qué hacer y qué no?

Las recomendaciones, aunque son bien conocidas por la mayoría de la población, nunca están de más:

Evitar eliminarlas con fuego, humo, gasolina u otros agentes químicos que las alteran y pueden tener efectos adversos como incendios o ataques de los insectos.

En los sectores donde ya están viviendo, minimizar los ruidos y los olores fuertes, que suelen alterarlas, así como el uso de ropa de colores. De ahí que los tonos de los trajes de los apicultores sean neutros.

Antes de que las abejas construyan sus colmenas, llegan en pequeños enjambres. En ocasiones, solo se detienen a descansar en un sitio, pero si después de dos días no se han marchado, se debe llamar a un apicultor que las retire.

En caso de picadura y, si se es alérgico, se debe acudir de inmediato al centro de salud, pues no hay remedios caseros que estabilicen a los pacientes. En el caso de los adultos mayores, o personas que siguen algún tipo de tratamiento con medicamentos se puede presentar cierto grado de vulnerabilidad para que haya alergia, si hay picadura.

En ningún caso las subestime. Las abejas, cuando atacan, lo hacen como grupo, pues la picadura de una genera feromonas que envían la señal a las demás para que agredan, lo cual puede resultar fatal.

La Opinión

Sábado, 7 de Mayo de 2016
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