Expertos coinciden en importancia del sueño para una vida saludable y en equilibrio.
“Dormir a cuerpo de rey”, se le escuchaba decir a nuestros abuelos, lo que parecía una frase
más entre tantos dichos y refranes acumulados durante los muchos años vividos, sin
embargo ellos sabían la importancia de un buen descanso para tener un estilo de vida saludable y asegurar la longevidad.
En la actualidad la calidad del sueño cobra relevancia como respuesta efectiva a los arduos
compromisos laborales, al desarrollo de las tareas y preocupaciones del día a día, que lleve
a disfrutar al final de cada jornada, el placer de dormir como lo hacían nuestros mayores.
Los expertos coinciden en la importancia del sueño para tener una vida saludable y en
equilibrio, es decir salud física y mental en general, por eso no escatiman en
recomendaciones que pueden llevar a lograr que usted duerma bien.
El sueño es esencial para la salud, ya que influye enormemente en la recuperación física y
mental y permite almacenar recuerdos, incide en el estado de ánimo y favorece el
crecimiento durante la infancia. El sueño produce un efecto en todos los aspectos de la
vida, porque influye en la forma de pensar, de aprender, de comportarse, de sentir y de
tratar a otras personas.
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La falta de sueño o de descanso puede ser por el contrario la causa de enfermedades
metabólicas, cardiovasculares, del deterioro de las capacidades cognitivas y de la
coordinación motora.
Un sueño profundo y reparador dicen los especialistas, “es la mejor manera de retrasar el
alzhéimer; además la calidad del sueño y el funcionamiento adecuado del sistema
inmunológico están estrechamente relacionados”.
Agregan que mientras los trastornos del sueño y los efectos del sueño en la salud han sido
investigados al detalle, poco se tienen en cuenta las condiciones necesarias para disfrutar de
una noche de sueño saludable, que también se conoce como “higiene del sueño”.
En ese sentido lo primero que recomiendan es respetar los horarios de sueño, fijando una
hora para acostarse y levantarse, evitando de ser posible dormir en el día, pero si de la
siesta se trata, limitar ese descanso a no más de 45 minutos.
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Así mismo, una cama bien cómoda como garantía de descanso, evitando que esta sea un
sitio para el trabajo. La cama debe estar en una habitación ventilada, propiciando por las
noches que la temperatura sea agradable, evitando los ruidos y luces innecesarias.
Los ejercicios son recomendables de manera regular, procurando que no sean justo antes de
acostarse. Entrenar antes de acostarse puede hacer que se duerma peor debido a la
sobreestimulación. Hacer deporte por las mañanas o entrenar a lo largo del día puede
mejorar tanto la calidad como la duración del sueño.
Las recomendaciones también pasan por la alimentación, siendo aconsejable cenar una hora
y media antes de meterse en la cama y evitar una cena copiosa. Evitar consumir grandes
cantidades de alcohol cuatro horas antes de acostarse y apartar unas seis horas antes de
dormir bebidas excitantes como el café, el té, la cola o el chocolate.
Se hace necesario entonces, no “dormirse en los laureles” y asegurarse siempre un buen
descanso, “caer en los brazos de Morfeo” y “dormir como un lirón” a “pierna suelta”, para
disfrutar de un sueño reparador.