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¿Qué pasa cuando los antibióticos dejan de funcionar?

La resistencia antimicrobiana es la capacidad de las bacterias para defenderse de los antibióticos.

Los medicamentos que se utilizan para tratar las infecciones causadas por los microbios se denominan antimicrobianos e incluyen a los antibióticos. Utilizados para prevenir y tratar específicamente infecciones bacterianas, los antibióticos se han constituido como una piedra angular de la medicina moderna, reduciendo considerablemente las enfermedades infecciosas y muertes relacionadas con estas. Sin embargo, su uso inadecuado o excesivo da lugar a la resistencia antimicrobiana, una condición que compromete la capacidad para tratar infecciones comunes.


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La resistencia antimicrobiana se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo. De hecho, anualmente alrededor de 700.000 personas fallecen a causa de esta y, según estimaciones recientes, la mortalidad puede ascender a 10 millones en un futuro.

Por esto, GSK se una a la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antimicrobianos, para ayudar en la sensibilización sobre la importancia del consumo responsable de estos productos, y así evitar así consecuencias negativas, y en ocasiones catastróficas, para los pacientes y la salud pública. 

Hablemos de resistencia antimicrobiana

 

Anualmente en el mundo se presentan 31 millones de casos relacionados con septicemias o infecciones mortales, que generan el fallecimiento de seis millones de personas. Es alarmante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes e inclusive panresistentes, denominadas también «superbacterias». 

Este fenómeno se explica por la resistencia antimicrobiana, que surge cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, lo que hace más difícil el tratamiento de las infecciones e incrementa el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de estas condiciones y de muerte. 


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La principal causa de la resistencia antimicrobiana es el mal uso o el abuso de antibióticos, ya que en muchos lugares a menudo se administran sin supervisión médica. Otros factores son la escasez de agua potable, saneamiento e higiene de personas y animales, además de medidas deficientes de prevención y control de las enfermedades y las infecciones en los centros de atención de salud; y el acceso deficiente a medicamentos, vacunas y medios de diagnóstico asequibles y de calidad. 

La resistencia antimicrobiana impacta el tratamiento actual de infecciones adquiridas en la comunidad, como las infecciones urinarias por E-coli y las infecciones respiratorias por neumonía o influenza, que pueden no responder a los antibióticos de rutina y, en consecuencia, requerir tratamientos más complejos y de mayor costo. 

Todo lo anterior implica una resistencia a medicamentos de primera línea, y una mayor duración de la enfermedad con más días de hospitalización y de tratamiento; esto conlleva, entre otros aspectos, a la prescripción de terapias más caras, factores de los que se derivan costos enormes para las economías de los países y sus sistemas de salud. Por consiguiente, de no actuar ante esta problemática, en 2050 los expertos prevén un aumento considerable en el número de muertes anuales por infecciones que pueden ser fácilmente curables.

Además, la farmacorresistencia podría llevar a que intervenciones médicas como el trasplante de órganos, la quimioterapia del cáncer, el tratamiento de la diabetes o la cirugía mayor -como las cesáreas o los reemplazos de cadera- se conviertan en procedimientos de muy alto riesgo 

 

Recomendaciones para el uso de antibióticos

 

En primer lugar, es preciso recordar que los medicamentos están diseñados para tratar enfermedades específicas, y el médico conoce a profundidad cuál es el medicamento más efectivo para tratar cada patología. Asimismo, los antibióticos sólo son efectivos para infecciones causadas por bacterias, no sirven para curar infecciones causadas por virus como el de la gripe y tampoco previene su contagio. 


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De otro lado, aumentar las dosis de antibiótico no cura más rápido y, en cambio, sí aumenta el riesgo de efectos colaterales, como una intoxicación o un daño grave en el organismo.

Por ello, es muy importante seguir las siguientes recomendaciones:

  • Usar antibióticos solo si han sido prescritos por un profesional de la salud.

  • Completar siempre el tratamiento, aún si se presenta mejoría en la enfermedad.

  • No prolongar el tratamiento más allá de lo indicado por el médico, aun si los síntomas de la infección persisten.

  • Nunca compartir antibióticos con otras personas.

  • Nunca tomar antibióticos que han sobrado de otros tratamientos.

  • No suministrar antibióticos a mascotas ni a otra clase de animales, salvo que hayan sido prescritos por un profesional del área.

Sumado a esto, para prevenir las infecciones es clave lavarse frecuentemente las manos, preparar los alimentos en condiciones higiénicas, evitar el contacto cercano con infectados, adoptar medidas de protección en las relaciones sexuales, mantener los esquemas de vacunación al día y seguir las indicaciones del médico. 

Con información de GSK*

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Miércoles, 24 de Noviembre de 2021
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