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Ellos son los herederos de 'Otoniel' en el Clan del Golfo

El cartel llegó a la quinta generación de su cúpula. Con el jefe a punto de ser extraditado, quedan “Siopas” y “Chiquito Malo”.

Mientras Dairo Úsuga, alias “Otoniel”, se va haciendo a la idea de que pasará los próximos años en una fría celda de New York, tras el aval del Gobierno a su extradición, los herederos del Clan del Golfo empiezan a reorganizar el negocio. La empresa ilegal quedará en manos de dos cabezas, una experta en narcotráfico y otra proclive a los asuntos de la guerra.


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Así lo pronostican los agentes de Inteligencia encargados de atacar al cartel más poderoso del país. Según ellos, las riendas estarán en poder del exparamilitar Jobanis de Jesús Ávila Villadiego (“Chiquito Malo” o “Javier”) y del exguerrillero Wilmer Antonio Giraldo Quiroz (“Siopas”), integrantes del llamado “estado mayor” del Clan.

Esta es la cúpula de la organización, conformada por cuatro comandantes (los otros son “Gonzalito” y “Flechas”), que coordinan cuatro bloques y 23 frentes, con cerca de 3.804 integrantes, entre miembros de base y aliados de otras bandas que trabajan para ellos.


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A pesar de que el ministro de Defensa, Diego Molano, ha repetido hasta la saciedad que lo que queda del Clan del Golfo “son reductos”, sobre todo después de la captura de “Otoniel” el pasado octubre, la realidad es que sigue siendo una estructura jerarquizada, con capacidad para sostener guerras contra distintos actores armados y el Estado.

Con “Otoniel” tras las rejas, una de las hipótesis que contemplaban las autoridades era que se fracturaría la organización, pues los jefes que quedaron no tienen su misma capacidad para aglutinar a todas las fuerzas; pero a la fecha no se han presentado divisiones trascendentales.


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De hecho, en los 15 años de existencia del cartel han pasado cinco generaciones por su cúpula, logrando mantenerse unidos aun después de los arrestos, extradiciones y muertes de importantes cabecillas.

No obstante, por primera vez en su historia no hay miembros fundadores del Clan en el “estado mayor”, y los agentes no descartan que, debido a sus distintas procedencias y personalidades, “Chiquito Malo” y “Siopas” hagan corto circuito en algún momento.

 

El ascenso de “Chiquito”

 

El 7 de febrero de 2021 los comandos de la Policía dieron de baja en un campamento de Riosucio, Chocó, a Nelson Hurtado (“Marihuano”), quien era en ese entonces el subcomandante del Clan.

En un nochero de la caseta principal encontraron varias memorias USB, que contenían archivos de audio con mensajes que “Otoniel” le mandaba a sus lugartenientes. En uno de ellos, grabado el 17 de enero anterior, el capo se quejaba porque los comandantes de los frentes era inexpertos y “no estaban marchando”.

“Antes éramos una familia, ahora hay mucho comandante nuevo, que no es cercano a uno, y si no los apretamos, se salen del corral”, dijo. Y advirtió: “A ‘Javier’ no le gusta hablar con la tropa”.


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Se refería a “Chiquito Malo” y su forma de dirigir. Según un investigador, “a ‘Otoniel’ no le sonaba que ese hombre quedara como jefe del Clan, porque su interés es solo el narcotráfico, no las estructuras armadas, pero lo necesitan por su conocimiento del negocio de la droga”.

Ávila nació hace 45 años en San Pedro de Urabá, Antioquia, y se inició en el mundo delincuencial como integrante del bloque Bananero de las AUC. Con el Clan empezó a trabajar después de la desmovilización paramilitar (2007), primero en el frente Central Urabá y luego como delegado de narcotráfico en el Caribe.

Ha sobrevivido a dos operaciones de captura en Turbo (2015 y 2019), en las que sus escoltas murieron para facilitar el escape.

Ascendió en la jerarquía por las capturas y muertes de varios patrones, hasta llegar al “estado mayor”, y EE.UU. ya solicitó su extradición.

Hoy, según información policial, está al frente de una compleja red de exportación de droga, con contactos en los puertos de Urabá, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, La Guajira y el Golfo de Morrosquillo, desde donde se despacha droga para carteles mexicanos, centroamericanos, italianos, españoles, balcánicos y británicos, entre otros.

En su círculo más cercano están narcos como “Medio Labio”, “Junior”, “Lebrón”, “Soya”, “Ferney” y “Burguer King”, que han sabido pasar invisibles hasta ahora, traficando toneladas de cocaína.

 

De enemigos a compinches

 

Suena paradójico, pero “Siopas” y “Chiquito Malo” fueron enemigos en el pasado, dado que el primero era un guerrillero de las Farc desde 1995 y combatía para el frente 5°, que usualmente se enfrentaba en Urabá al bloque Bananero, donde actuaba el segundo.

Giraldo tiene 41 años y es oriundo de Apartadó (Antioquia). Desertó de las Farc en 2008 y al año siguiente comenzó a trabajar para “Otoniel”. Su primer encargo importante fue la comandancia del frente Zuley Guerra, que delinque en la zona costera de Córdoba.

En 2019 pasó al bloque Pacífico, liderando los frentes que actúan en el litoral, desde Chocó hasta Nariño, incluyendo el Suroeste antioqueño.

Su comandancia se ha distinguido por sus frecuentes ataques a la Fuerza Pública, aprendidos de la doctrina subversiva en sus tiempos de guerrillero. Entre los atentados más brutales está el del 11 de abril de 2018 en San Pedro de Urabá, contra una caravana de vehículos oficiales que hacían tareas de restitución de tierras. Una bomba explotó a su paso y mató a ocho policías.


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A pesar de esta crueldad, “Siopas” está vivo porque un tirador de alta precisión le perdonó la vida, el 28 de octubre de 2018. Aquel día, recordaron fuentes cercanas al caso, un equipo de comandos especiales conformado por tres policías y tres militares llegó a la finca en la cual se escondía, en el corregimiento Las Changas, de Necoclí.

Oculto entre la maleza, a 120 metros de distancia, el francotirador lo tenía en la mira. “Siopas” estaba de espaldas, y justo en ese momento recibió la visita de dos niñas.

La situación fue reportada al centro de mando, en la base antinarcóticos de Necoclí. La operación era liderada por un coronel de la Policía y un general del Ejército, que discutieron si el tirador debía disparar, o si había que hacer un asalto sorpresivo al predio, evaluando los daños colatelares. Al final decidieron esperar, para cuidar la integridad de las niñas ante un eventual tiroteo; y mientras aguardaban, “Siopas” fue recogido en una moto por un escolta y desapareció.

Ahora que se convirtió en uno de los sucesores de “Otoniel”, lo más probable es que vuelva a estar en la mira.


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Domingo, 10 de Abril de 2022
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