La producción panelera del estado Táchira (Venezuela) ha pasado por una serie de altibajos, directamente ligados al devenir económico fronterizo y aunque a principios del siglo era un rubro en vías de extinción, hoy resurge de sus cenizas con sueños de exportación.
Daniel Guerrero, productor de la aldea Babuquena, en el municipio Jáuregui de la montaña tachirense, proviene de una tradición familiar de más de 85 años y tres generaciones, dedicadas a esta producción. Aún utilizan un trapiche tradicional movido por un par de bueyes.
Él recuerda que los últimos tiempos han sido duros, tanto que el trapiche familiar a duras penas lograba cubrir el consumo familiar y dejar un par de cargas para la venta. “Lo más difícil es conseguir el combustible, este es el problema más grave que atravesamos los agricultores de todos los rubros”.
Con relación a los suministros necesarios señala que los artículos venezolanos desaparecieron del mercado. “Ahora hay gente que tiene cuadrado el paso por las trochas y nos traen los insumos de Colombia: insecticidas, fertilizantes e incluso repuestos y herramientas”, explica Guerrero.
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En cenizas
José Rafael Cárdenas produce panela en la población de Cordero con un trapiche de tecnología colombiana, el primero de la zona construido en la década de los 90. Explica que su trapiche tiene una capacidad de molienda de dos toneladas de caña por hora para procesar 2 kilos/hora de panela, que hoy en día opera a capacidad reducida por falta de materia prima.
Señala que en el Táchira se dejó de cultivar la caña por diferentes razones, siendo las principales la falta de financiamiento, las regulaciones en el precio del azúcar –que está ligado al precio de la panela- y las políticas gubernamentales que derivaron en una parálisis casi total de los centrales azucareros y, por ende, la desaparición de gran cantidad de hectáreas de cultivo.
“Los años en los que hubo regulaciones al precio del azúcar tuvimos que cerrar nuestras puertas, porque no era rentable sacar el producto. El azúcar estaba subsidiada y la panela no, y así era imposible competir”, recuerda.
Muchos productores se vieron forzados a cambiar de rubro y acabar con sus cañaverales, la situación se mantuvo durante varios años, hasta que se liberaron los precios en 2016 y el sector comenzó a recuperarse lentamente. Los productores del Táchira comenzaron a traer caña desde estados del centro de Venezuela como Portuguesa, Cojedes y Barinas.
“A partir de la pandemia los precios se triplicaron por las limitaciones a la movilidad del transporte. No pudimos seguir trayendo caña desde la región central”, dice al tiempo de explicar que hoy están dedicados a la producción de semilleros para generar sus propias semillas, recuperando la producción de caña local.