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Crear empresas por medio de la tecnología, al alcance de todos

Actualmente, la adopción de la tecnología se presenta como un puente para crear empresas exitosas.

Tener un unicornio en pleno siglo XXI es tan fantástico como lo era en la Edad Media conseguir uno para lograr la vida eterna.

Pero no se trata del animal mitológico que se representa generalmente como un caballo blanco con ojos azules y un gran cuerno afilado.

Hoy, en el mundo empresarial, un unicornio es una compañía muy poco común que consigue en los tres primeros años de vida una capitalización global superior a los mil millones de dólares.

Aunque hasta el momento, Estados Unidos figura como el país número uno en la creación de estas empresas, existen dos unicornios con sangre colombiana: Rappi y Neubank.

Pero, ¿qué clase de magia hicieron estos emprendedores para hacerse en tan poco tiempo fuertes en el mercado latinoamericano? 

Para sorpresa de muchos, nada que esté fuera de lo normal. A su favor tienen un punto en común: son 100% digitales.

Rappi, por ejemplo, convirtió las necesidades de sus clientes en su modelo de negocio, sin importar qué tan descabelladas parecieran.

Sus colaboradores hacen todo tipo de favores y no solo compras, pueden llevar cualquier cosa de un lugar a otro y ser hasta rappiarqueros que acompañan en un torneo de fútbol entre amigos.

Así sucesivamente y escuchando, o mejor, leyendo a sus clientes, Rappi ha ido incluyendo nuevos servicios, y se ha convertido en un asistente personal que lo soluciona todo.

Juan Sebastián Ruales, cofundador de Rappi, expuso el modelo de negocio de la aplicación durante el Segundo Encuentro de Sostenibilidad de CENS en Cúcuta.

Entre tantos términos nuevos aplicados a todo el ecosistema del emprendimiento, Ruales habló de uno en especial: disrupción.

Según el diccionario de la Real Academia Española, no es más que una interrupción brusca que se impone y desbanca a la forma en la que viene haciéndose algún tipo de cosa.

Según el experto en emprendimiento, la gran ventaja de lo digital es que las cosas no tienen que romperse para nacer, como sucede con la transformación de una empresa tradicional con más de 20 años en el mercado.

En el ecosistema emprendedor, Colombia aún tiene mucho por aprender. 

Crear con el avión volando

Siempre se ha dicho que el emprendimiento es una vocación que requiere tiempo y capacidad para superar las adversidades, pero no hay una fórmula secreta que enseñe a ser exitosos.

Ruales explicó que en Colombia aún existe una mentalidad relacionada al fracaso y la creencia de que los mejores para inventar son los japoneses.

“Existen sesgos ridículos que no nos dejan avanzar como sociedad, hay que estar abiertos a cometer errores para cambiar las cosas porque la velocidad en la que se está moviendo el mundo es cada vez mayor”, agregó.

Cuando Rappi empezaba a tomar forma, hace más de tres años, sus creadores se enfrentaban a tres grandes desafíos, la poca bancarización, el bajo acceso a internet y la logística.

“Si no tienes una mentalidad abierta y diferente de cómo vienen haciéndose las cosas, es muy difícil lograr crecer, porque creemos que las ideas valen muy poco y que lo que realmente cuesta es la ejecución”, agregó.

Estar pensada desde lo digital le permite a Rappi no tener costos operativos en materia de infraestructura, pues no necesitan tener a sus colaboradores reunidos en una tienda física.

La aplicación le paga a sus empleados el 100% del domicilio y su margen de ganancia está en la alianza con supermecados y farmacias en donde se hacen las compras y que puede ser también elegido por el cliente.

“Nosotros no nos quedamos con ningún porcentaje del servicio, porque logramos con los comercios tener un margen de ganancia”, señala.

Según Ruales, el gran problema que existe en Colombia, es que las personas siguen viendo el cambio digital como algo pequeño y no alcanzan a dimensionar que en los próximos 10 años, la generación que viene será 100% tecnológica.

“Ya nos dejó el tren del inglés, no podemos permitir que también se nos pase el de la tecnología, la ventaja que tiene lo digital es que es muy simple de entender”, agregó.

Ruales agregó que en unos años el idioma que se hablará en todo el mundo será la programación y es necesario pedir que los niños aprendan a programar.

“Si nosotros no nos dedicamos a renovar ingenieros, técnicos de sistemas y matemáticos, vamos a estar hablando un idioma que nadie habla y Colombia va a seguir atrasada”, agregó.

En Colombia, solo 1 de cada 400 personas sabe programar.

“Nos quedamos pensando en que Colombia en 50 años tendrá que ser tecnológico, porque sí, pero entonces cuando llegue ese tiempo, ¿China o Estados Unidos en qué  nivel estarán?”, finalizó.

Empresas tradicionales, ¿analfabetas digitales?

Según Ruales, el ego es el mayor enemigo de las empresas tradicionales en Colombia y en Latinoamérica.

“El ego hace pensar en que lo que tengo me ha funcionado por años y me va a seguir funcionando; eso es lo peor que le puede pasar a una compañía, la forma de ser competitivos no es seguir haciendo lo que veníamos haciendo hasta ahora porque mi papá o mi abuelo lo hicieron así”, agregó.

El experto señala que es muy difícil convencer y hacer que una empresa de muchos años en el mercado logre entrar a la línea digital, pero sin duda el truco está en tecnificarse internamente.

“Es algo que pasa con la industria de los restaurantes, siempre se ha pensado en los costos de infraestructura para atacar a una población adicional y por eso se abren cientos de sucursales”, agregó.

Agregó que es importante que las empresas inviertan en capacitación para sus trabajadores.

“Siempre nos eduacaron con cosas muy repetitivas y hay un tema de educación para entender cómo funcionan las compañías”, advirtió.

La forma de hacer competitivas a las compañías, tiene que ver con competencias como la resolución de conflictos y problemas.

“Si nosotros viéramos a Colombia como una empresa donde tenemos acciones, todos empezaríamos a ser más tácticos y más productivos”, señaló.

Según Ruales, la falta de priorización de datos también le resta competitividad al sector empresarial.

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Katherine Villamizar Leal
Sábado, 23 de Noviembre de 2019
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