Una semana después del arranque del plan económico de Nicolás Maduro hay más dudas que certezas de que pueda sacar a Venezuela del colapso.
Entre anaqueles vacíos de supermercados y farmacias, en filas de bancos o terminales de autobuses, muchos expresan desilusión e incredulidad.
“Es un desastre, no hay alimentos básicos. Las medidas son puro embuste, van a traer más hambre y desempleo”, dijo Marielsi Ochoa, médica de 34 años, en medio de estantes con productos de limpieza y Coca Cola que disimulan la merma de inventarios.
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Carne, pollo, huevos, harina de maíz, básicos para el venezolano, desaparecieron luego de que el gobierno fijara su precio.
Algunos comerciantes esperan que pase la ola de fiscalizaciones, otros cerraron a la espera de que se aclaren las medidas y saber cómo asumirán el aumento de 3.400% del salario mínimo.
Kilométricas filas se han formado en bancos de Zulia, Bolívar y otros estados para sacar dinero en efectivo. Pero al igual que los viejos, los nuevos billetes escasean.
“No alcanza para nada. Es más el sacrificio de hacer la cola”, se quejó Jesús González, albañil de 58 años, tras retirar el máximo de 20 bolívares de un cajero. Le alcanza para un café pequeño.
En medio de una fuerte crisis de transporte por falta de repuestos, el fabricante de neumáticos Pirelli cerró su planta en Venezuela por falta de materia prima y por no poder pagar el aumento salarial.
Intentando inyectar optimismo, Maduro lanzó los “lingoticos” de oro, una emisión de bonos respaldada en pequeños lingotes, para promover el ahorro. “Será el regalo más apetecible en las Navidades”, aseguró.