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El chupo, ¿un enemigo en casa?
El instrumento creado para dar calma a los bebés fue patentado en Manhattan por el farmaceuta Christian W. Meinecke, en 1900.
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Sábado, 4 de Enero de 2020

Reflujo, gastritis, infecciones gastrointestinales, deformación de la dentadura y posible asfixia son solo algunas de las repercusiones que puede tener un chupo en el bebé, así lo advierte el médico Albert Cova Manrique, pediatra del Hospital Universitario Erasmo Meoz.

Si bien es cierto que el chupo fue creado para dar calma a los bebés y generar un ambiente de tranquilidad a los papás, los pediatras coinciden en que se trata de un ‘enemigo’, pues señalan que tiene más riesgos que beneficios. 

La idea del chupo fue patentada en Manhattan (Nueva York, Estados Unidos) por el farmaceuta Christian W. Meinecke en 1900, cuando unió un pezón de goma a un escudo circular y desde entonces ha venido perfeccionándose para simular la textura del pecho materno. 

El chupo es un elemento que no alimenta al infante, por el contrario, solo lo engaña, debido a que aumenta la motilidad intestinal, produciendo mayor cantidad de ácidos gástricos y conllevando en la mayoría de casos a una gastritis, relata Cova. 

Esto se presenta por el reflejo de succión que le indica al cerebro que está comiendo cuando en realidad solo está chupando.

“Si el bebé está sano, ¿entonces para qué llevamos un ‘enemigo’ a casa?”, se cuestiona Cova.

Por su parte, el doctor Andrés Felipe Arias, único infectólogo pediatra en Norte de Santander, explica que otro de los posibles padecimientos a los que se enfrenta el bebé al usar frecuentemente el chupo sin ser necesario, es la inflamación del oído llamada Otitis. 

“Se ha visto que cuando se usa el chupo, sobre todo por encima de los 12 meses, aumenta el riesgo hasta dos veces de infecciones del oído medio o de las otitis. Aparentemente se da por la posición que favorece que los tubos en las conexiones que tenemos entre cavidad oral y oído medio se tapen, lo que hace que permanezcan con fluido y se infecten”, dijo.

Sumado a la lista de desventajas se encuentra la de interferir en el vínculo entre el hijo y su mamá, e incluso afectar la lactancia materna cuando se induce antes del mes de vida.

No se recomienda usarlo porque el bebé se puede confundir con el pecho. El chupo tiene una textura diferente y a veces podría generar rechazo al pecho materno debido a que la posición de la lengua cambia, asevera Vanesa Rincón, especialista en neurorehabilitación y consejera en lactancia materna.

¿Cuándo usarlo?

La Academia Americana de Pediatría recomienda el uso del chupo después del mes de nacido, cuando se haya establecido una buena lactancia materna y un vínculo materno afectivo con el bebé. 

A su vez, afirman que lo ideal es que no debe utilizarse más allá de los 12 meses para que no haya daños permanentes en la dentición.

Sin embargo, el pediatra Andrés Arias aclara que en ocasiones especiales, sí se aconseja usarlo pero solo bajo la estricta prescripción de un doctor y la supervisión de un fisioterapeuta.

“Es recomendado en algunos bebés prematuros, casos de trastornos motores y neuromusculares, porque ayuda a estimular la succión, les enseña cómo hacerlo”.

Hay que destacar que sí hay beneficios y uno de los principales que tiene el chupo es la prevención de la muerte súbita. 

“En la noche se le puede dejar debido a que mantiene permeable la vía aérea. Es decir, el bebé permanece en un sueño poco profundo, evitando la llamada muerte de cuna”, agregó el especialista. 

Es entre las 10:00 p.m., y 12:00 de la medianoche cuando se registran más casos de pacientes menores de 6 meses con síntomas de riesgo de muerte súbita en el Hospital Erasmo Meoz de Cúcuta. 

Por esta razón, se recomienda este elemento mientras duerme el bebé en horas nocturnas, como medida preventiva ya que mantiene una posición correcta.

(Albert Cova, pediatra del Hospital  Universitario Erasmo Meoz de Cúcuta; Andrés Arias, único infectólogo pediatra en Norte de Santander; Vanesa Rincón, especialista en neurorehabilitación y consejera en lactancia materna; Izamar Mantilla Alba, psicóloga de la Universidad de Pamplona.)

¿Cómo dejarlo?

Paciencia, creatividad y amor, son las principales herramientas que deben tener los papás del bebé cuando se tome la decisión de abandonar el chupo. 

Izamar Mantilla Alba, psicóloga, explica que este accesorio infantil, puede generar dependencia, por lo que solo la idea de dejarlo desencadena episodios de estrés y ansiedad que deben ser controlados paso a paso por los padres. 

“Si nosotros como papás no hacemos las cosas en un proceso, sin persistencia, estamos mal, pues es claro que los niños van a llorar y quizás tirarse al piso. Y si nuestra reacción de una vez es ponérselo, el niño va a asociar que en la vida va a conseguir las cosas así. No va a tener emociones indicadas”, manifiesta. 

Asimismo aclara que el quitárselo de una sola vez y sin seguir las indicaciones, puede dejar un trauma y verse reflejado en la adultez.

“Cuando están deprimidos se crea dependencia emocional y su desahogo de adultos podría ser el alcoholismo, drogadicción, etc., porque en la parte subconsciente eso va quedando”, agregó. 

Por eso, lo aconsejable es armarse de valor y explicarle al menor que ya es hora de ir dejando el chupo, una vez se haya cumplido el año. 

Los especialistas en salud coinciden en que de no hacerlo desde esa edad, tendría posibles malformaciones en el aparato fonador.

“Si no se mueve la lengua adecuadamente veremos interferencia en los fonemas cuando empiecen a hablar”, advierte el pediatra e infectólogo Arias.

Así que recomiendan usar de varios colores para que no esté pegado a uno solo, poner videos, incentivar con helados u alimentos que le gusten y no perder el control cuando empiece el llanto. 

Por ejemplo, si tienen un abuelo que quieren mucho, es importante que este les diga que están creciendo y los motive a ser independientes. 

Se trata de reforzar la autoestima para que miren el tema del chupón como un logro más, que aunque implica esfuerzo, poco a poco llega el momento en que lo van dejando, relató la psicóloga Mantilla. 

Paola Ríos Reyes | paola.rios@laopinion.com.co

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