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Fomente las destrezas de sus hijos sin presión y con más libertad

Los padres deben permitir a los niños explorar y descubrir sus talentos, no imponerles un deporte o actividad artística.

Para los padres siempre su hijo será el mejor en todo: el que mejor pinta, el que mejor baila, el que mejor canta, etc.

Sin embargo, muchas veces, en esa búsqueda de talentos inconscientemente los saturan de actividades artísticas, deportivas y educativas con el ánimo de explorar al máximo sus habilidades y destrezas, y terminan cansando a los pequeños.

A continuaciones algunas de las actividades más recomendadas para los niños en sus primeros años de vida, cuando empiezan a explorar el mundo, y cómo inducirlos a ellas sin causar presión.

El deporte, una  opción saludable

Aunque no hay una edad mínima para inducir a los niños al deporte, a partir de los dos años empiezan a desarrollar sus capacidades motrices. El deporte les permitirá tener un óptimo desarrollo físico, les enseñará disciplina y la importancia del trabajo en equipo.

Es clave respetar los gustos e intereses de sus hijos. Si a usted le gusta el fútbol no debe pretender que su hijo se incline únicamente por este deporte, permítale elegir.

A los tres años podrán practicar un deporte donde deba saltar, tirar y recoger. A partir de los cuatro años, con un mayor desarrollo motor podrá empezar a jugar con un balón y podrá montar bicicleta. Cuando esté entre a los seis y siete años estará listo para practicar cualquier deporte: natación, fútbol, gimnasia, karate, baloncesto, entre otros.

Es indispensable inculcarles el amor por el deporte y practicarlo en familia. Un hijo de padres sedentarios muy probablemente será un niño sedentario. Otro punto a favor de la actividad física es que ayuda a los niños a tener más confianza en sí mismos y favorece su autoestima. 

La escritura, una ventana a la imaginación

Según la orientadora escolar Ángela Umaña, los primeros trazos del niño se dan entre los 3 y 5 años cuando tiene su primer contacto con la escritura. Aunque esta tarea suele delegar a los profesores, los padres también pueden incentivar a sus hijos en la casa para agilizar y reforzar este proceso. Empiece repisando las vocales hasta que se familiariza con las consonantes y aprende las combinaciones. Es importante brindarle un ambiente de comodidad y confianza para que el niño no se sienta abrumado con tanta información.

En esta etapa los cuentos son la mejor herramienta para incentivarlos a escribir puesto que amplían su vocabulario y les permiten jugar con su imaginación. Mediante historias ilustradas juegue con él a crear finales alternativos, permítale que explore diferentes posibilidades, escuche sus propuestas y ayúdelo a plasmarlas en un cuaderno; esto le permitirá afianzar su relación con la lectura y la escritura. Convierta el hábito lector en una aventura familiar.

La música, afinando los sentidos

Nefeg Quintero, director de la academia de música Allegro, asegura que desde el periodo de gestación se debe adentrar al niño en un ambiente musical, ya que desde la barriga ellos van captando todo tipo de sonidos, especialmente, los graves.

Sin embargo, el primer contacto musical se puede iniciar desde los dos años y medio con los semilleros de formación musical. Los juguetes musicales son recomendables en esta etapa.

De dos a cuatro años. Se debe empezar por los instrumentos de percusión: panderetas, maracas, tambores, triángulos y pequeñas baterías. En esta edad también se puede comenzar con el xilófono y la marimba.

De tres años y medio en adelante, se puede empezar con un instrumento sinfónico como el violín o el piano. En estos primeros pinitos se inicia con canciones infantiles, ya que estas no superan cuatro notas y no requieren mayor complejidad.

De siete años en adelante, se puede iniciar con los instrumentos de cuerda. El cuatro y el ukelele son los más recomendados por tener cuatro cuerdas.

Al igual que en los deportes, permítale al niño elegir el instrumento con el que mejor se sienta identificado y no lo sature con varios instrumentos al tiempo.

La pintura, una forma de expresarse

Los dibujos nos dicen mucho de nuestros hijos, su estado de ánimo, sus sentimientos, ilusiones y temores, además les permiten expresarse cómodamente y explorar al máximo su imaginación y sus sentidos.

La pintura y los colores ingresan a la vida de los niños desde que estos tienen la capacidad de sujetar un lápiz, una crayola o un pincel. Incluso desde que el bebé tiene su primer contacto con temperas y plasma sus manos o pies en un papel, empieza a formar su pasión por este arte.

A partir de los cinco años, los niños adquieren su estilo. Este es el momento ideal para comprarle sus vinilos, pinturas, acuarelas, colores y demás herramientas. Incítelo a explorar nuevos materiales de trabajo con el fin de no limitar su creatividad. Si al niño se le da por pintar el cielo de rojo y el mar de amarillo no lo critique, recuerde que la pintura es arte y no debe ser condicionada.

Otro de los beneficios de la pintura es que aumenta la capacidad de concentración y de expresión de los pequeños.

La cocina no solo es un asunto de grandes

Cada día es más frecuente que los niños vayan mostrando su gusto y afinidad por la culinaria ya sea porque ven a sus padres en esta tarea a diario, sienten alguna afinidad por la cocina o se sienten identificados con los programas que salen en la televisión.

Si se toman las precauciones necesarias en la cocina y se tiene la supervisión de un adulto, los niños podrán incursionar en este ámbito sin ningún problema. En niños menores se puede empezar a introducir en temas culinarios con la preparación de emparedados o cualquier otro alimento que no necesite contacto con los fogones.

Carlos Alberto Afanador, director académico de la Escuela de Gastronomía Amalthea, recomienda que ese primer contacto con la cocina sea a partir de los tres años cuando el niño  empieza descubrir las formas de los alimentos con sus manos.

“Entre los cuatro y cinco años se empieza la transmisión de hábitos culinarios y la disciplina importante para la gastronomía. Entre los seis y ocho años el desborde por la creación y el riesgo son clave para seguir por este camino”, explicó Afanador. “Si empezamos con esto no podemos asegurar grandes chefs ni figuras mediáticas de televisión, pero si estaremos dando origen a cocineros emocionales”.

Canciones infantiles, guías de coordinación

Las canciones infantiles son un excelente método de aprendizaje para los niños, les permite ampliar y mejorar su léxico, su pronunciación y fortalecen su memoria. Estas se pueden introducir desde el primer año.   

Además, repetir una misma melodía o letra es un ejercicio de entonación básico y permite mayor desarrollo del oído. Gracias al canto, los niños son más seguros, mejoran su capacidad de concentración.

Las canciones infantiles poseen ritmos muy suaves que hacen que el niño se mueva, casi sin darse cuenta, al ritmo que la música le va marcando. Este movimiento hace que el niño desarrolle su coordinación, su capacidad motriz y su expresión corporal.

Si su hijo llega del jardín tarareando una nueva canción, dígale que se la enseñe y cántenla juntos, esto afianzará la relación de padres e hijos.

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Jennifer Rincón
Sábado, 25 de Junio de 2016
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