Si usted es de los que piensa que la fecha de vencimiento de los medicamentos, o de cualquier producto de consumo humano, es una estrategia comercial de las marcas para hacerlo comprar más, le sorprenderá saber que detrás de lo que parece un absurdo invento, hay razones que tienen mucho sentido.
Y es que, aunque parece lógico que las entidades reguladoras exijan que se incluya una fecha de caducidad en los productos, sigue siendo un misterio lo que sucede al minuto de haberse expirado. Por eso, La Opinión consultó con algunos expertos qué es lo que realmente sucede.
Jesús Eliécer Mercado Falla, químico farmacéutico, explicó en cuanto a medicamentos, que siempre y cuando se mantengan en el estado óptimo de conservación que dice el inserto de la etiqueta y esté completamente sellado con las características del fabricante, se pueden consumir hasta un mes después de la fecha estipulada.
“Si el medicamento se encuentra abierto, así sea algo muy mínimo, no se debe consumir”, expresó.
Sin embargo, dijo que no existe hasta el momento un estudio que determine que consumir un medicamento bajo esas otras condiciones genere una reacción adversa o una toxicidad al uso del mismo.
Los riesgos
Existen dos grandes temores de la industria farmacéutica en todo el mundo una vez expiran los medicamentos.
El primero tiene que ver con el aprovechamiento de redes de contrabando o falsificación que se dedican a recolectar los medicamentos vencidos o parcialmente usados que las personas desechan a las canecas de basura, como cualquier otro residuo, sin ninguna precaución.
El Instituto Internacional de Investigación contra la Falsificación de Medicamentos (IRACM) reveló que Colombia está entre de los diez países que más producen y comercializan medicamentos falsificados.
Las ciudades en donde se ha concentrado este delito son Ipiales, Cúcuta, Barranquilla y Bogotá.
Por eso, la Corporación Punto Azul se encarga de realizar alianzas público privadas con el fin de minimizar el crimen farmacéutico en el país a través de puntos de recolección ubicados en todas las ciudades.
De acuerdo con la corporación, la Policía Fiscal y Aduanera durante 2017 realizó el decomiso de 3,8 millones de unidades de medicamentos falsificados y adulterados que representan un valor de cerca a los 7.000 millones de pesos.
Juan Camilo Pinzon, jefe operativo de la Corporación Punto Azul, explicó que en cada región las cifras de falsificación y adulteración son preocupantes y en el caso de las zonas fronterizas como Cúcuta se ha hecho un trabajo arduo de capacitación para cambiar los hábitos de depositar los medicamentos a la basura.
El otro temor presente en todo el mundo al desechar los productos farmacéuticos a la basura se trata del impacto ambiental.
Según explicó Pinzón, cuando los medicamentos van al relleno sanitario se descomponen ahí mismo y muchos de ellos son incendiarios.
Incluso, el simple hecho de que contengan componentes químicos representa un daño para el medio ambiente porque se quedan en el ecosistema.
Pinzón expresó que hasta ahora se están dando los primeros pasos en investigación sobre el impacto real de los medicamentos en el medio ambiente.
“De igual forma tenemos claro que un agua con una hormona es altamente tóxica, peligrosa, sabemos que es un gran grado de riesgo y tenemos que trabajar en eso”, expresó.
¿A dónde deben ir los medicamentos?
Una vez se hace el depósito de los medicamentos, vencidos o parcialmente usados en los puntos de recolección de la corporación Punto Azul, los operadores capacitados y autorizados los recogen, los transportan y les dan la disposición final adecuada para garantizar su seguridad. La corporación tiene un centro de plastificación y transferencia de medicamentos en suramérica.
Todos los medicamentos del país llegan a la planta donde son clasificados.
A las cajas plegadizas se les hace protección de marca y las trituradoras garantizan que todo el material que entra se destruya.
Luego de la predestrucción los residuos que no son reciclables se incineran.
