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La hipersexualización de la infancia

Cuando los niños físicamente son adultos.

Si usted aplaude al ver cómo su hijo o sobrino de 5 años “perrea” al ritmo de algunas letras eróticas del reguetón con otra familiar o una vecina en una celebración, o hace que su hija de 8 años use tacones, se pinte las uñas e incluso se ponga pestañas postizas, está exaltando el valor sexual del infante, lo cual, con el tiempo, le acarreará problemas al niño o niña.

La infancia es uno de los tesoros más valiosos del ser humano y cada vez más se están viendo chiquitines convertidos en adultos precoces por su apariencia física, situación favorecida lamentablemente por los padres de familia y los contenidos en los medios de comunicación.

La hipersexualización de la infancia es el término con el que se le conoce a este fenómeno social y se escuchó por primera vez en el año 2001 en Inglaterra, luego de que el gobierno británico de David Cameron encargó un estudio sobre la sexualización y comercialización de la infancia a Greg Bailey, primer director ejecutivo varón de Mother’s Union, cuyo resultado se conoció como Informe Bailey.

El Informe Bailey estableció que la hipersexualización es la sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta considerados como demasiado precoces y conlleva a una infancia cada vez más sexualizada; además es innatural e insana para su desarrollo.

También, condenó el uso de los infantes, en especial de las niñas, como medio para vender determinados productos que van desde juegos, comidas, muñecas, ropa, hasta casas, coches, joyas y viajes. 

Para la psicóloga Erika Marcela Correa, integrante de la Corporación Mujer, Denuncia y Muévete, el patriarcado ha sido la evidencia de cómo la cultura prioriza lo físico sobre cualquier otro aspecto que puede destacar a las personas; lo que han sabido capitalizar los medios de comunicación y la publicidad. 

“La sociedad se ha encargado de establecer prototipos de belleza física, los cuales giran en despertar un deseo sexual por esa figura ficticia, que está lejos de la realidad”, expresó.

Pero, ¿qué lleva a la hipersexualiación de la infancia? Según la experta, “sin darnos cuenta, cuando nos preocupamos en resaltar la belleza física de nuestras hijas o hijos, estamos contribuyendo a su hipersexualización”.

Esto también ocurre cuando, al compartir en reuniones sociales con amigos y familia, los temas de conversación giran en torno a la sexualidad y los niños participan de forma directa o indirecta; se les permite observar programas televisivos en el que hay una sobre exposición sexual y no se generan espacios para debatir entre lo real y lo ficticio; cuando usan el internet o la televisión sin ningún tipo de supervisión y cuando se les escoge la ropa que deben usar. 

Sin embargo, hay que diferenciar la hipersexualización de los patrones de imitación saludable, de acuerdo con la psicóloga infantil Dayana Correa; ejemplos de ellos es cuando el niño se pone la corbata del papá y la niña los tacones de la mamá, haciendo un juego de rol que resulta ser una manifestación de amor.

Un problema psicosocial

La psicóloga Erika Marcela Correa sostuvo que la hipersexualización de la infancia es un problema psicosocial, pues idealizar cuerpos no reales genera frustración en cualquier ser humano expuesto a una cultura en la que el físico es lo más importante para alcanzar el reconocimiento social, laboral y hasta familiar. 

“Cuántos de nosotros no nos hemos sentido mal al mirarnos a un espejo encontrándonos defectos físicos en todas partes; cuántos no nos hemos rechazado y hasta deprimido por no tener aquello que consideramos que nos hace falta. Cuántos médicos no se han enriquecido por la necesidad de las personas en cambiar su aspecto físico. Cuántas personas no han muerto, porque no se aceptan a sí mismos”, añadió. 

La experta Dayana Correa alertó que la hipersexualización está cada vez más en aumento y se evidencia en la forma de pensar o de actuar de los niños, quienes están presentando patrones sexuales prematuros y esto incide en el alza del embarazo adolescente, así como en la exposición sexual y sensual en las redes sociales.

Cuándo hay hipersexualización 

*Cuando los escuchamos hablar de temas sexuales que no corresponden a su edad. 

*Cuando como padres nos obsesionamos por querer postular a nuestras hijas como la madrina de los intercolegiados o la reina de un concurso de belleza. 

*Cuando elegimos la ropa que se deben poner nuestros hijos e hijas, todo esto para resaltar atributos físicos antes de reconocer habilidades u otros talentos.

*Cuando repiten contenido auditivo o canciones que no corresponden a su edad.

El rol de la familia y la sociedad

La psicóloga Érika Marcela Correa indicó que este  problema psicosocial involucra a todos y la familia y la escuela son fundamentales. 

“El único medio de entretenimiento no puede ser la televisión ni mucho menos la niñera de nuestros hijos. Parece algo sencillo, pero debemos rescatar la comunicación directa con ellos. Desconectarnos por un momento de nuestras responsabilidades laborales para conectarnos con sus preocupaciones y temores”. 

Afirmó que es relevante el apoyo a los talentos artísticos como la música, el teatro, la danza, entre otros, incluidos los deportivos.

“Debemos entender que hay etapas psicosociales, madurativas, fisiológicas y emocionales por las que cada ser humano tiene que atravesar y que su exploración hace parte de un desarrollo y un aprendizaje integral. No hay ningún afán para que nuestros niños crezcan al ritmo de nosotros”, señaló su colega con experiencia en atención a la infancia Dayana Correa.

La psicóloga infantil expresó que hay que promover que los infantes tengan cuidados personales  adecuados, es importante la exploración segura y se debe controlar el contenido audiovisual al que están expuestos.

Destacó que cada niño adquiere un patrón de personalidad único y no debe compararse o alinearse con ningún otro; además, debe comprender que debe desarrollarse como parte de algo más importante que solo su cuerpo, sin desconocer que tiene que cuidarlo. 

Las consecuencias

Puede generar trastornos mentales, ansiedad, depresión.

Puede provocar inseguridades, baja autoestima, autolesiones y hasta suicidio, si no se hace un manejo inmediato al infante que está viviendo todas estas presiones sociales.

Hay que tener presentes las señales de alerta como aislamiento social, bajo rendimiento académico, llanto sin razón aparente.

Quejas permanentes sobre el aspecto físico e incluso la pérdida del apetito.

Puede conllevar a situaciones de abuso sexual, grooming y sexting.

Aprenden a valorarse a sí mismos por su atractivo físico.

Hace que la transición de la infancia a la adolescencia sea más acelerada y pueda provocar daños irreversibles, puesto que no están preparados ni física ni mentalmente para dar ese paso.

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Leonardo Favio Oliveros Medina
Leonardo Favio Oliveros
Sábado, 5 de Octubre de 2019
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