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La mielofibrosis, un cáncer raro y silencioso de la sangre
Los pacientes que son diagnosticados a tiempo e inician un tratamiento adecuado de manera oportuna.
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Jueves, 10 de Septiembre de 2020

Diferentes tipos de cáncer cuentan con una alta visibilidad debido a que afectan a un mayor porcentaje de la población, lo que ha incentivado el desarrollo de más campañas de detección temprana y prevención.

Sin embargo, no hay que perder de vista aquellos tipos de cáncer que, por su baja incidencia en la población, hacen parte de las denominadas enfermedades raras o huérfanas. Por eso, en el marco del Día de la Concientización de las Neoplasias Mieloproliferativas es importante hablar de la Mielofibrosis, una enfermedad poco reconocida.

Las Neoplasias Mieloproliferativas son un conjunto de cánceres de la sangre que se desarrollan en la médula ósea y que pueden ser positivas o negativas para un marcador genético llamado cromosoma Filadelfia.

La Mielofibrosis, al igual que la Trombocitemia Esencial y Policitemia Vera, hace parte de este último grupo de enfermedades; sin embargo, es la menos común de todas, con una incidencia estimada de 1 paciente por cada 100.000 habitantes.

En Colombia se estiman 543 pacientes nuevos con Mielofibrosis cada año; sin embargo, muy pocos de estos logran un diagnóstico temprano debido a que sus síntomas son vagos e inespecíficos.

Los más frecuentes son: fatiga, fiebre, molestias abdominales, sudoración nocturna y pérdida inexplicable de peso. Otro de los síntomas es el agrandamiento del bazo (esplenomegalia), el cual puede llegar a aumentar hasta 7 veces su tamaño.

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Este aumento de tamaño es debido a que el bazo intenta hacerse cargo del trabajo de producir células sanguíneas. Se calcula que aproximadamente el 80% de los pacientes presentan este síntoma en el diagnóstico..

De acuerdo con el doctor José Marún, Internista Hematólogo de la Clínica General del Norte y del Centro de Cancerología CECAC de Barranquilla, “esta es una enfermedad de complejo diagnóstico, debido a que los síntomas se pueden confundir con otras patologías, estos son los síntomas más comunes: palidez cutáneo-mucosa, astenia y adinamia, fatiga, febrícula, sudoración nocturna, adelgazamiento y caquexia, dolor, infarto esplénico, saciedad precoz, diarrea y distensión abdominal, hipertensión portal y edemas periféricos, entre otros”.

Generalmente, esta enfermedad se diagnostica descartando otras patologías por medio de distintos exámenes y procedimientos como: cuadro hemático, tomografía, ecografía, biopsia de la médula ósea y/o pruebas para identificar mutaciones. Esto hace que su diagnóstico, en la mayoría de los casos, sea tardío y los pacientes inicien tratamiento en un estado avanzado de la enfermedad, lo cual impacta negativamente su pronóstico. 

Por otro lado, la pandemia actual ha afectado la situación de muchos pacientes ya que por miedo a un contagio de la COVID–19, han pospuesto o cancelado sus citas de diagnóstico y control. Al respecto, el doctor Francisco Javier Jaramillo, Médico Especialista en Medicina Interna, Hematología y Trasplante de Médula Ósea de la Fundación Valle del Lili en Cali, hace un llamado a los pacientes con Mielofibrosis:

“Es de vital importancia la continuidad del tratamiento recetado por el especialista; queremos recomendarle a los pacientes que no abandonen sus consultas médicas, ni medicamentos durante la pandemia; esta enfermedad progresa muy rápido y hacer una pausa en el tratamiento puede traer riesgos muy altos para la salud”, agrega.

Es fundamental que los pacientes acudan a un médico especialista en enfermedades de la sangre (hematólogo) para el adecuado diagnóstico y tratamiento oportuno de esta enfermedad. Las consideraciones del tratamiento deben incluir reducir la carga sintomática, así como mejorar la calidad vida de los pacientes.

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