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Tangoterapia, el baile contra el Párkinson

Este tratamiento permite que el impacto de la enfermedad se reduzca.  

Carlos Zapata baila despacio acompañado de su esposa María del Pilar Ibáñez, su postura es lo más erguida posible, su equilibrio está perfecto, y sus manos no tiemblan para nada. Sin embargo, aunque no lo parezca, tiene una enfermedad neurodegenerativa desde hace nueve años.

En 2008 le diagnosticaron la enfermedad de Párkinson. Carlos es un aficionado al tango de toda la vida, y según él, “al bailar tango dos personas se funden en un abrazo y navegan por la pista como si fueran una sola. Esta danza une, conecta y obliga a tomar registro del cuerpo humano y mejora el vínculo con el otro”.

En 2015, Carlos descubrió la tangoterapia y hoy es testigo de los grandes beneficios y mejoras que muestra en la enfermedad, cuenta al cabo de bailar al ritmo nostálgico del bandoneón, en una clase en ‘Vos y yo, espacio de tango’, de Leyda Santa, al norte de Cali.

El Párkinson, enfermedad compleja

El doctor Jorge Luis Orozco Vélez, neurólogo clínico de la Fundación Valle de Lili, define el Párkinson como una condición neurodegenerativa que se puede tipificar en temblorosa o rígida con inestabilidad postural.

Contrario a la idea frecuente, de que todos los pacientes de Párkinson presentan temblor, el doctor Orozco explica que los síntomas se pueden presentar a nivel motor y no motor, en diferentes etapas y con manifestaciones variables.

Generalmente la enfermedad se desarrolla en personas mayores de 60 años, pues los trastornos neurodegenerativos se asocian al envejecimiento. Sin embargo, se presentan casos de personas entre los 30 y 35 años, que están laboralmente activos. 

Las razones por las que se desarrolla el Párkinson pueden ser de carácter hereditario o esporádico. Aunque existen factores externos, tóxicos o medioambientales, que hacen que se desencadene más rápido.

La Fundación Valle del Lili maneja 2500 pacientes con Párkinson, de los cuales a 550 se les hace un seguimiento en protocolos de investigación y sólo a algunos se les plantea ir al quirófano como una posibilidad.

“La cirugía puede ayudar a reducir los síntomas y la cantidad de medicamentos que se toman. Sobre todo, en estados intermedios. Pero en ningún momento es curativa”, asegura el doctor Orozco.

En Colombia, alrededor de 5 personas por cada 100 mil habitantes desarrollan la enfermedad con la que hoy vive don Carlos Zapata. Un hombre de contextura gruesa y cabellos blancos, que ya carga con 69 años de historias. 

En los últimos nueve, desde el diagnóstico de su enfermedad (que según el neurólogo, es esencialmente clínico, pues se determina con pruebas, laboratorios e imágenes) se le afectó el tono de la voz. Pero eso no le impedido seguir cantando los tangos que tanto le apasionan.

Los pacientes con Párkinson tienen alteraciones mínimas de la memoria, problemas gastrointestinales y cambios constantes en su estado de ánimo, entre muchos otros síntomas. Es por eso que se hace necesario tomar medicamentos, la mayoría de ellos son administrados por vía oral, pero algunos se aplican en la piel.

Los fármacos buscan regular o cubrir las deficiencias neuroquímicas que hay en el cerebro a causa de la enfermedad. Pero María del Pilar asegura que la tangoterapia les genera a los pacientes más dopamina que los mismos medicamentos. Y Camilo Díaz, uno de los profesores de tango para estos pacientes, apoya esta idea porque cree que “el ingrediente terapéutico es inherente al tango”.

La tangoterapia exige conciencia de los movimientos, la forma de caminar y la postura. Por eso, es una de las actividades físicas más recomendadas, pues permite que el impacto de la enfermedad se reduzca y mejora la calidad funcional de los pacientes. El doctor Orozco afirma que “se ven más felices y mejoran de una manera que a veces es difícil poner en palabras”.

Entre 10 y 15 parejas asisten cada viernes de 10 am a 12 pm al grupo de de pacientes de Párkinson de la Fundación Valle del Lili, para bailar tango. Hombres y mujeres de 55 años en adelante se unen para hacer versos con el otro en este ejercicio de convivencia. “Mejoramos mucho la calidad de vida de las personas, más que lo que se puede hacer con un medicamento”, dice el neurólogo con mucha convicción.

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Colprensa
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Lunes, 10 de Abril de 2017
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