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Aves y reptiles, especies apetecidas por los traficantes locales de fauna
13 municipios de Norte de Santander reconocen la cacería y venta de animales como una práctica frecuente y normal.
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La opinión
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Sábado, 24 de Marzo de 2018

En los bosques de Norte de Santander las aves revolotean, los reptiles toman el sol cerca de fuentes de agua y los mamíferos trepan en árboles o salen de cuevas en búsqueda de alimento. Cada especie cumple una función en las selvas y juntas contribuyen a mantener el equilibrio en la naturaleza.

Sin embargo, la conservación de las especies silvestres en Norte de Santander tiene un enemigo: los traficantes. 

La práctica ilegal está desangrando los bosques y producto de ello se registran historias de crueldad como las que viven los monos del Catatumbo, apetecidos en el mercado negro en etapas juveniles por la ternura que despiertan.

Para cazarlos matan primero a sus padres, justo en la etapa donde requieren de ellos para alimentarse y sobrevivir en la selva. En edad joven los monos son dóciles y son apetecidos para tenerlos en cautiverio. 

44 especies se registraron en seis años como objeto de tráfico ilegal.

La práctica ilegal acentuada en el país, es una de las principales falencias para garantizar la conservación. En el mundo, el tráfico de animales es el tercer negocio ilícito más grande después de las armas y de las drogas. 

Colombia es uno de los países con mayor biodiversidad y, a la vez, es uno de los lugares donde el tráfico ilegal de fauna es grande. Además, hay vacíos de información y de controles que generen acciones de manejo adecuadas.

En Norte de Santander y producto de seis años de investigaciones, se generó un valioso estudio para darle un giro a esta problemática, el cual fue hecho por los biólogos Carlos Cáceres Martínez, del Grupo de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre de la Universidad Nacional; Paloma Villamizar, de la Subdirección de Recursos Naturales de Corponor y por el doctor Andrés Arias Álzate de la Universidad de Antioquia.

El diagnóstico sobre el tráfico de fauna silvestre en el departamento, fue publicado por la revista Biodiversidad Neotropical de la Universidad Tecnológica de Chocó.

Estudio regional

El estudio tuvo como objetivo documentar la problemática y conocer el estado actual del tráfico ilegal de fauna, junto con las implicaciones para la conservación de la biodiversidad en el nororiente colombiano.

Para ello, el equipo de expertos analizó los registros de incautaciones de especies que lleva la oficina de Control y Vigilancia de Corponor, además de los soportes de la Policía Ambiental. El periodo de estudio fue entre 2012 y 2017.

Además, se tuvo en cuenta los procesos sancionatorios y los archivos del Hogar de Paso para Fauna Silvestre que tiene la autoridad ambiental en el municipio de El Zulia, espacio donde se recuperan los animales para ser devueltos a su vida salvaje.

A la par, se hizo trabajo de campo con las comunidades de Arboledas, Bochalema, Cúcuta, Cucutilla, Durania, Gramalote, El Zulia, Mutiscua, Pamplona, Puerto Santander, Salazar de las Palmas, San Cayetano, Santiago, Silos y Tibú.

Los resultados

El biólogo Cáceres dio a conocer que se evidenció la falta de controles ordenados y recopilación de información, lo cual está agravando la situación. Además, Norte de Santander y su condición fronteriza facilita la movilización de las especies.

Tras el análisis se encontraron 19 procesos sancionatorios y se registraron 236 especímenes de fauna con la que se trafica, los cuales pertenecen a 44 especies de animales. De ellas 13 tienen algún grado de amenaza para la conservación.

Un ejemplar de babilla.

Las aves con el 66 por ciento y los reptiles con el 22%, son las especies más apetecidas por los traficantes locales de fauna. A ellas se unen los mamíferos con el 11%.

En aves, las más traficadas son la lora carisucia y la lora cabeciamarilla, en reptiles están las tortugas morrocoy e icotea y en mamíferos están el venado canastillo, el mono cariblanco, la zarigüeya y una especie exótica con distribución original en África subsahariana, el erizo pigmeo africano. En este último grupo y para los seis años de estudio, se registraron dos ejemplares de jaguar y un tití león.

Trabajo con la comunidad

El biólogo Cáceres manifestó que como parte del trabajo en los 15 municipios se hicieron entrevistas a la población, las cuales arrojaron resultados curiosos como que para el 67 por ciento de las personas la cacería y el tráfico de fauna es una actividad frecuente y normal; al tiempo que reconocen que con ello afectan la conservación.

Trece de los 15 municipios reconocen la práctica como usual, salvo Silos y Mutiscua. El Zulia y Tibú, son las zonas donde los entrevistados reportaron un mayor número de especies traficadas.

Un ñeque en etapa juvenil.

Con relación a las especies se encontró que al menos 30 son objeto de cacería y de estas 13 son reconocidas como objeto de tráfico en el área de estudio. Las especies que se cazan para consumo son la babilla, el ñeque, el armadillo de nueve bandas, el venado locho, los saínos o chácharos y la lapa. 

Además, los entrevistados consideraron que la deforestación es generalizada en los 15 municipios y asocian la pérdida de diversidad con cambios en el uso de suelo y la sobreexplotación de los recursos naturales.

De acuerdo con Cáceres, en Norte de Santander existen serios problemas para la conservación de la biodiversidad, como la cacería, la deforestación, el atropellamiento de animales en las carreteras y el tráfico de fauna silvestre. “Invitamos a las personas a que denuncien estas actividades ante la Policía o Corponor. La cacería, venta o compra de animales silvestres es un delito castigado con cárcel y no existen permisos para ejecutar estas prácticas”.

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