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Ranas andinas perderían el 50% de su territorio por cambio climático

Se estima que este grupo de anfibios se encuentra en páramos y bosques de niebla más afectados.

En 2050 el 80% de las ranas que viven en la Región Andina de Colombia podrían perder más del 50% de su territorio como consecuencia del cambio climático, así lo reveló un estudio de la Universidad Nacional.

William Agudelo Henríquez, estudiante del Doctorado en Ciencias – Biología de la U.N, explicó que también se estima que las ranas que se encuentran en ecosistemas de páramos y bosques de niebla estarían entre las más afectadas.

“Drásticos cambios en la temperatura, además de sequías más prolongadas o heladas más intensas de lo habitual, constituirán un desafío fisiológico para la supervivencia de las ranas”, anticipó Agudelo, quien resaltó que con la velocidad con que se están registrando esos cambios impedirá un proceso de adaptación similar al ocurrido en otros periodos evolutivos.

En ese sentido, puntualizó que de continuar la tendencia para 2050 desaparecerán entre una y seis especies de ranas debido a los efectos del cambio climático, además de las intervenciones que se sigan haciendo en las grandes extensiones de las áreas naturales de la Región Andina.

“Independientemente de la pérdida de bosques por actividades asociadas con la agricultura o la ganadería, los impactos serán muy similares”, destacó el estudiante de doctorado, quien además consideró que tomar medidas que contribuyan a mitigar los efectos producidos por emisiones de carbono y mejorar prácticas relacionadas con la producción de alimento y pastos para ganado mitigaría el impacto en un 18%.

Ante este panorama, los estudios han demostrado el cambio climático para los Andes de Colombia indican que para 2050 las temperaturas podrían aumentar entre 1,4 y 1,6°C.

Además de esto, el estudio contempló el análisis de especies de ranas endémicas, las cuales pertenecen a cuatro familias: Bufonidae, con cuatro especies; Centrolenidae, o ranas cristal, con dos especies; Craugastoridae, o ranas de lluvias, con 22 especies que habitan en los bosques de niebla, y Hylidae, con dos especies, cuya particularidad es que se encuentran por encima de los 1.000 m de altura y son representativas de los ecosistemas de bosques subandino y de niebla, y de los páramos.

“Se sabe que la neblina es un protector natural contra los efectos de los rayos ultravioleta, y como el aumento en la temperatura y los cambios en la precipitación alterarían la nubosidad típica de estos ecosistemas, sus efectos se verían reflejados en el desarrollo normal de las ranas”, agregó el experto.  

En tal sentido, se afectarían las etapas tempranas del desarrollo, es decir que los embriones podrían estar en microhábitats con niveles de humedad inadecuados o sufrir mutaciones que alterarían su evolución.

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Colprensa
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Lunes, 14 de Enero de 2019
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