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El costo de la corrupción
Pero nada hizo por combatirla y en cambio se ensañó en forma sectaria contra quienes no eran obsecuentes con él. 
Sábado, 8 de Julio de 2017

En una de sus visitas a Cúcuta cuando ejerció el cargo de Procurador General de la Nación, el tristemente célebre Alejandro Ordóñez, dijo en una entrevista de La Opinión que la corrupción en Colombia representaba un costo de varios billones de pesos y eso le generaba preocupación. 

Pero nada hizo por combatirla y en cambio se ensañó en forma sectaria contra quienes no eran obsecuentes con él. 

Los persiguió con ánimo inquisidor. Además, aportó sus cuotas de clientelismo en la frondosa y empinada burocracia estatal. Sacó también provecho personal de ese tráfico de favorecimientos, con lo cual puso acciones en el mismo. 

Vale la pena recordar que el fallo de nulidad de su elección fue parte de ese entramado viciado de ilegalidad.

El caso de Ordóñez tiene réplicas frecuentes en varias entidades oficiales. La corrupción no da tregua. Es recurrente en forma cotidiana y al más alto nivel. 

El reciente escándalo del vicefiscal anticorrupción, entre muchos otros, lo confirma.

Con esa práctica abusiva y de altísima turbidez se desgreña la función del Estado y la nación queda en un rumbo incierto. Porque no es solamente el aprovechamiento ilícito de los recursos públicos sino que igualmente se afectan las soluciones a problemas de perturbación colectiva.

Con actos de corrupción de los cuales han sido protagonistas servidores públicos de entidades como Ecopetrol, el Banco Agrario, la Fiscalía General de la Nación, las Altas Cortes, el extinto Das, el Ministerio de Agricultura, así como entidades departamentales y municipales y hasta el Congreso, donde se han desviado recursos mediante  operaciones que comprometen a funcionarios administrativos,  se descompone el engranaje institucional.

La corrupción es un monstruo de muchos tentáculos. Igual que el narcotráfico permea todo cuanto puede y atrapa en su turbión,  lo que  ayuda a la consolidación de los fines propuestos.

Cada vez que estalla un escándalo vuelven a prenderse las alarmas. Así sucedió tras las revelaciones sobre Reficar, Agro Ingreso Seguro, Odebrecht, entidades que incurrieron en y algunos fraudes pensionales. Sin  embargo, al poco tiempo se repite lo mismo. El entramado de la trampa queda intacta. El nido se cubre pero no desaparece.

Para que Colombia salga del lío de la corrupción se requiere que la política se quite las amarras que la atan a ese círculo de codicias desenfrenadas. Y además, la garantía de una justicia blindada contra la impunidad.

Es de especial importancia que los órganos de control cumplan a cabalidad con lo que les corresponde para evitar burlas y omisiones que hacen fracasar las investigaciones,  para favorecer a los delincuentes.

Dados los altos costos de la corrupción y sus efectos nocivos, hay que oponerle a ese flagelo la unidad de los ciudadanos conscientes de su gravedad .Por eso hay que obrar sin hacerle concesión a tantas picardías de expertos embaucadores.

Puntada

Pretender hacer trizas el acuerdo de paz es propio de la locura de quienes le han hecho picardías a Colombia al amparo de la guerra. Y eso lo tienen claro Fernando Londoño y sus compañeros de causas marcadas por el absurdo y el odio.

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