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Es el dinero, no la democracia
Tampoco es cierto que César Rojas haya ganado la alcaldía, lo que pasa es que las elecciones las perdió Jorge Acevedo.
Jueves, 29 de Octubre de 2015

Tampoco es cierto que César Rojas haya ganado la alcaldía, lo que pasa es que las elecciones las perdió Jorge Acevedo. Y no es lo mismo: Acevedo perdió por arrogante. Tenía el dinero, las influencias, el respaldo político de un par de dinosaurios, la publicidad. ¿Entonces, qué pasó? Que en política nada está escrito, y las victorias solo se cantan en las urnas. La victoria la da el dinero, por supuesto, pero también las lealtades.

Y Acevedo fue traicionado por su misma gente en el último minuto. Gente que trabajó con Acevedo votó por César Rojas porque le ofrecieron más dinero. Que no se sorprenda el lector con esto porque ya debe saber que en Colombia no sólo los políticos son corruptos, también lo son los  electores.

Aquí no ganó la democracia, como salió a decir  muy campante César Rojas en declaraciones a la prensa. Es el dinero y no la democracia lo que determina el resultado de las elecciones. Y César Rojas ganó porque esa fue la orden del patrón que está en La Picota.

Decía que también los electores son corruptos. No todos, claro: hay  gente que vota a conciencia, movida por principios políticos, filosóficos o familiares. Pero hay  otros que venden el voto y, sin embargo, no votan por el que prometen que van a votar sino por el otro.

En los barrios populares se ofrecían celulares a cambio de votar por Acevedo. David Castillo organizaba rifas de motocicletas. Charles Torres entregaba mercados a bajo precio. Y así. La culpa la tienen los mismos políticos que durante años han corrompido al elector.

Durante años dejaron de ofrecer proyectos serios y viables para remplazarlos por mercados. Esto lo ilustra muy bien una frase que leí hace poco en facebook y la decía William Ovallos:

-Eso de salir a la calle a buscar votos y encontrar que los electores se volvieron más corruptos que uno, es muy duro.

Parece un chiste, pero es cierto. Colombia es un país en que la corrupción permite los esperpentos más improbables. Por ejemplo: en Yopal, el pueblo eligió como alcalde a un preso. En Cúcuta, un preso eligió alcalde. En Gramalote eligieron alcalde pero no hay pueblo. Y César Rojas, en vez de pensar en el futuro de la ciudad, dice que quiere volver al 2004.

Pero la cosa no es con César Rojas: con cualquiera que hubiera ganado las elecciones la ciudad hubiera perdido. No había candidato serio, a excepción, claro, de los que no figuraban en las encuestas, que, normalmente, son los mejores. De modo que los indignados lo son en la medida en que perdieron. Y los que celebran lo son en la medida en que saben que se van a enriquecer.  Pero que no celebren mucho porque Ramiro Suárez es el que va hacer los nombramientos desde La Picota: César Rojas apenas es un títere. El alcalde de Cúcuta, que salió elegido el domingo pasado, está preso por asesinato. Eso, que para muchos es motivo de orgullo, debería ser una vergüenza para todos.

Finalmente se cumple la ley histórica según la cual todo alcalde es peor que el anterior. Porque es el dinero el que manda y no la democracia, maestro.

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