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Sigue el novelón de los Acuerdos de La Habana con miles de consejos de parte y parte al Presidente.
Lunes, 24 de Octubre de 2016

Sigue el novelón de los Acuerdos de La Habana con miles de consejos de parte y parte al presidente de la República, el cual debe estar en un callejón sin salida, tratando de complacer a unos y otros, y sabiendo que debe privilegiar el diálogo y no la imposición.

Pero en el ambiente se siente algo raro, el presidente Santos confunde a su audiencia, no sé si deliberadamente, porque unas veces pronuncia palabras de concordia, como cuando dice que dialogará con todos los sectores políticos para llegar a un acuerdo satisfactorio; luego, porque reversa al advertir que hay propuestas inviables y no se modificará nada de ideología o enfoque de género, por ejemplo, que, según entiendo, debe ser parte de la renegociación y no una disposición unilateral del Gobierno. Es decir, envía a sus negociadores con recado de intransigencia, algo así como lo que los constitucionalistas denominan “cláusulas pétreas”.

Antes del dos de octubre la estrategia del Gobierno era el terrorismo, en el sentido que si ganaba el ‘No’ la subversión dialogante se tomaría las ciudades y volvería la guerra cruel, una estrategia de campaña terrorífica que deja en pañales la descrita por Juan Carlos Vélez, del Centro Democrático, en entrevista al diario La República. Nada pasó.

Ahora aterrorizan en el sentido que hay que firmar rápido el nuevo Acuerdo, antes de concluir el mes de noviembre, dándole la razón a quienes piensan que hay que tenerlo listo antes del 10 de diciembre, día en que entregan en Oslo, Noruega, el premio Nobel de la paz, un galardón que pasó sin pena ni gloria y del cual hoy nadie habla, precisamente por su carácter político y porque ya se conoció plenamente la hoja de ruta. Este premio no es comparable al de Gabriel García Márquez, producto de su talento y consagración, sobre el cual volveremos con admiración una y otra vez.

Lo cierto es que el mundo no entendería que el presidente Santos, premio Nobel de la paz, merecido o no y que lo obliga a tener una conducta prístina, pase de agache ante la orden del constituyente primario de hacer correcciones de fondo a un documento que hoy no tiene ninguna validez, y que con el lleno de ciertas formalidades puede resucitar para bien de la Nación entera.

La única forma de apelar al constituyente derivado para refrendar el Acuerdo es con un pacto político previo entre las distintas fuerzas representadas en el Congreso, y el Centro Democrático, la principal de oposición, se sabe que está dispuesto a acompañar su implementación, es más, separando el debate presidencial de 2018 que ya empezó (La Opinión. Oct. 22/16. Pág. 5B).

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