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Un güicho llamado José Eusebio
La Academia de Historia de Norte de Santander ha organizado para esta tarde un conversatorio sobre este gran poeta y político ocañero.
Miércoles, 31 de Mayo de 2017

Es muy poco lo que la gente sabe de José Eusebio Caro, es decir, lo que sabemos de José Eusebio Caro. Tal vez  dos o tres ocañeros, inquietos por las cosas culturales de su ciudad, conozcan la historia o parte de la historia de Caro. Pero la mayoría, la gran mayoría, sólo sabe que nació en Ocaña y que murió muy joven en Santa Marta y que fue un poeta de alguna importancia. De resto, nada.

Para llenar ese vacío, la Academia de Historia de Norte de Santander ha organizado para esta tarde un conversatorio sobre este gran poeta y político ocañero. Dos académicos, eminentemente cultos y versados en la vida y obra de José Eusebio, disertarán y nos llevarán de la mano por la Ocaña de hace doscientos años cuando en el hogar de don Antonio José Caro y doña Nicolasa Ibáñez (una de las famosas Ibáñez de nuestra historia)   nació un niño al que pusieron por nombre José Eusebio. Fue en marzo de 1817.

Luis Eduardo Lobo Carvajalino, escritor, expresidente de la Academia de Historia de Norte de Santander, exrector de varias universidades y enamorado de su natal Ocaña, junto a Ólger García Velásquez, abogado, académico, columnista de este diario, ambos inquietos intelectuales y poseedores de profundos conocimientos de la historia regional, son los encargados de ilustrarnos con su sapiencia sobre Caro, el más grande de todos los güichos y quien se enorgullecía de haber nacido en la tierra de las cocotas, las mujeres bonitas y la arepa sin sal.

A José Eusebio sus padres se lo llevaron desde muy niño  para Santafé, de manera que no pudo subir a echar barriletes al cerro de la Horca, ni ir en manada, como todos los muchachos, a bañarse en el Algodonal, ni a bajar barbatuscas por los lados de La Ondina.

En su época no existía el Cristo Rey que vigila y protege la ciudad, ni la Virgen de Torcoroma había aparecido en lo alto de la montaña, ni se escuchaba, de noche, el paso del caballo de Antón García y Bonilla, que  aún galopa por Las Llanadas, San Agustín, la Calle de la Amargura y Santa Rita.

Sólo después de adulto, José Eusebio  regresó a Ocaña y pudo vivir a plenitud las bellezas de su ciudad, el encantamiento de su clima y la magnificencia de sus montañas.

Dicen los que saben, que José Eusebio fue uno de los grandes exponentes de la poesía romántica. En ese plano produjo poemas hermosos de contenido lírico, que los ocañeros declaman en tertulias literarias o en reuniones con guitarra y bolegancho.

Pero además de poeta, José Eusebio fue un gran político. Los godos vivimos agradecidos con él por haber fundado el glorioso Partido Conservador, lo que hizo junto con Mariano Ospina Rodríguez. Fue periodista, fundó periódicos y escribía en ellos.

Es de admirar todo lo que hizo José Eusebio en tan sólo 36 años que vivió. La fiebre amarilla lo agarró con todo, en Santa Marta cuando regresaba del destierro al que lo mandaron sus enemigos políticos.

Tienen razón los ocañeros de vivir orgullosos de su paisano José Eusebio. Por eso cuando quisieron hacer un departamento con la provincia de Ocaña y el sur del Cesar, el nombre que querían ponerle era Departamento de Caro. Pero, para bien o para mal, la flauta no les sonó.

Esta tarde con los doctores Ólger y Lobo Carvajalino aprenderemos mucho más de José Eusebio, de las Ibáñez y de Ocaña. Allá nos veremos. Todo el mundo puede ir porque la entrada es gratis. Cuatro de la tarde en la Academia de Historia, palacio nacional.

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