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Una decisión de cara al futuro
Insistir en la confrontación armada es un desatino demencial. Es sumar más muertes a las que ya se consumaron.
Sábado, 24 de Septiembre de 2016

El domingo 2 de octubre de este 2016 los ciudadanos colombianos estamos convocados a votar en un plebiscito para decir sí o no a los acuerdos a que llegaron el Gobierno, y las Farc, que son el punto final a un conflicto armado interno, el cual ha copado más de medio siglo con muertes y todas las demás atrocidades propias de la violencia y la confrontación entre fuerzas contrarias animadas por la beligerancia de parte y parte.

Este acto democrático implica una responsabilidad puntual y debe asumirse en conciencia, tomando en cuenta el interés colectivo de cara al futuro. Por lo tanto, hay que despojarse de prejuicios, de odios, mezquindades y las confusiones que intencionalmente han propalado los defensores de un revanchismo que busca azuzar la barbarie de la guerra.

Insistir en la confrontación armada es un desatino demencial. Es sumar más muertes a las que ya se consumaron. Es prolongar la pobreza y la frustración, con  insólita subestimación de las nuevas posibilidades que pueden darse en la nación con respecto a la solución de sus crónicos problemas.

Contrasta el empeño de los guerreristas colombianos con el fervor por la paz  de la comunidad internacional expresado sin reservas, como se hizo en la Asamblea de la ONU  la semana que pasó en New York. Cuando los más sobresalientes líderes del mundo dicen que el acuerdo de La Habana es histórico y que debe ser tomado como una segunda independencia, aquí se dan regateos secundarios, acudiendo a tergiversaciones de mala fe y hasta  hay quienes promueven marchas de apoyo a la guerra.

Claro está que quienes se apoderaron de las tierras arrebatadas a los campesinos desplazados, los que suman utilidades con los negocios de la ilegalidad, los que se benefician de la corrupción y detestan la democracia como expresión de legitimidad, prefieren que se prolongue el remolino de las violencias. Es como pescar en río revuelto.

Contra toda esa tendencia abusiva es necesario que la ciudadanía ejerza su derecho a ser libre y no dejarse desviar por los leguleyos de la confusión.

Y hay que defender lo que se pactó con la garantía de que la justicia transicional se aplicará en un contexto donde cuenta la solución al conflicto, con verdad y reparación a las víctimas. Todo en una medida sin extremismos de inquisición.

Y debe aceptarse que hay víctimas y victimarios de parte y parte. Heridas generalizadas que deben curarse con igual voluntad. Lo importante es que Colombia salga de este largo túnel de atrocidades y deje atrás todo lo que le ha hecho daño a casi todos.

El sí de apoyo a lo acordado en La Habana no es una claudicación del Gobierno, ni de las Farc. Es más bien un punto de partida en el camino que hay hacer hacia la paz y la democracia, libres ya de la opresión de las armas. Sí, con toda lucidez.

Puntada

Colombia debe entrar sin más rodeos en la primavera de la reconciliación. Hay que sanar heridas y renovar el aire de la vida para  que esta alcance su mayor esplendor con la comprobación de la capacidad creadora de su gente. La fuerza del amor y de la libertad.

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