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¿Quién tiene la razón?
¿Quiénes  tienen la razón? ¿El ministro y el otro codirector que querían una baja de la tasa?
Miércoles, 15 de Noviembre de 2023

La semana anterior se anunció que la Junta Directiva del Banco de la República decidió por mayoría no bajar la tasa de interés de referencia (utilizada en los préstamos al sistema financiero) que actualmente es el 13.25% anual. Igualmente se hizo público que el Ministro de Hacienda y otro codirector habían votado a favor de la disminución, por considerar que, dado el estado actual de muy poco crecimiento económico, era necesario proceder así.

Esta diferencia de criterio al interior de la Junta hace propicio volver a analizar nuevamente la importancia de la tasa de interés para la actividad económica,  su utilización como instrumento en la lucha contra la inflación y la posibilidad de que este instrumento pueda tener resultados indeseables que atenten contra el mismo propósito y el crecimiento económico.

Es suficientemente conocido que cuando se da un aumento en el nivel de inflación es porque existe un desequilibrio en los diferentes mercados de bienes y servicios:  la demanda sube y la oferta permanece constante o la oferta baja y la  demanda permanece constante. La receta clásica de los bancos centrales es considerar que se está presentado el primer caso y, por lo tanto, debe controlarse el incremento de demanda, mediante el control del consumo que se realiza con crédito (en el cual se incluye, entre otros, el entregado utilizando las tarjetas de crédito).

El país económico acepta que cuando el banco central sube la tasa de referencia, todas las tasas de interés deben igualmente aumentar; entonces, el sistema financiero aumenta sus tasas de captación (por ejemplo a través de la emisión de CDT), y, simultáneamente,  las de colocación  o de crédito (incluyendo los destinados al consumo), manteniéndose el mismo margen de ganancia.  Al aumentarse la tasa aplicada en los préstamos, los consumidores disminuyen las solicitudes  de crédito, consiguiéndose así el propósito perseguido.

El problema es que  no solamente los consumidores necesitan créditos; ocurre  lo mismo con los empresarios;  ellos lo requieren para realizar su proceso habitual de compra de materias primas, insumos, pago de salarios, etc. (capital de trabajo) y para expandir su infraestructura (inversión)  que los lleve a producir más bienes y servicios.

En este momento es cuando el efecto deseado como consecuencia del  incremento de la tasa de interés puede resultar  en uno  indeseado que, inclusive, puede afectar el  crecimiento económico. El efecto indeseado ocurre porque  el mayor costo del capital de trabajo se puede convertir en mayor precio del bien o servicio producido, vía costo de producción. Igualmente, el aumento de la tasa de interés disminuye la inversión y así se afecta el crecimiento económico.

Ahora, si el banco central no envía una señal contundente a la economía de que va a controlar la inflación con los instrumentos de que dispone, entre ellos la tasa de interés, en el país económico se pueden crear expectativas de que no se quiere actuar contra la inflación, generándose un fenómeno  persistente y ascendente, aún mayor,  que puede llegar a desequilibrar seriamente la actividad económica.

Es uno de los  dilemas a los que se enfrenta el banquero central como “hacedor” de política económica. ¿Para el control de la inflación es más importante el control de la demanda, así sea sacrificando la oferta y el crecimiento económico? ¿Quiénes  tienen la razón? ¿El ministro y el otro codirector que querían una baja de la tasa? ¿La tienen los demás integrantes de la Junta Directiva? Este serio dilema demuestra  lo fascinante que es tratar de entender, cada día más, el muy complejo mundo económico.

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