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La hoja de ruta que traza Wasserman para una sociedad de conocimiento
El ganador del Premio Vida y Obra del Ministerio de Educación Nacional hace un panorama actual, realista y pragmático del sistema educativo colombiano
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Domingo, 14 de Marzo de 2021

El exrector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, presentó su libro ‘La educación en Colombia’; un texto en el que consigue un elocuente diagnóstico, ilustrativo y pedagógico de nuestro sistema educativo y, al mismo tiempo, reflexiona sobre los éxitos y las carencias, e invita a plantear propósitos comunes. Aquí un fragmento del libro editado por País 360, sello de Penguin Random House.

Si se me pidiera hacer un resumen en dos o tres oraciones de todo lo escrito anteriormente en este libro, diría que tenemos que reconocer que somos parte de un gran proceso de nuestra especie, que ha entendido que la educación es lo que la hace grande y potente.

En el país hemos tenido logros importantes, sobre todo durante el último medio siglo (y algo más), pero tenemos también enormes carencias.

Que para resolver esas carencias tenemos que hacer todo lo que nos ha faltado y no hemos podido, pero también otras cosas novedosas que respondan a urgencias y a retos, que surgen a veces de nuestra situación interna, y a veces nos son impuestas por nuestra pertenencia a una sociedad global.

El esfuerzo no es insignificante, las decisiones personales y políticas que se requieren son grandes.

Aunque se mencionan en varios lugares del texto, no puedo dejar de resaltar acá, para terminar, unos eventos recientes que han generado impacto y han enfatizado, diferentemente, algunas urgencias y sus rutas de solución.

En el 2019, el Gobierno convocó la llamada “Misión Internacional de Sabios 2019”, compuesta por 47 personas expertas en diversas áreas de la ciencia, la tecnología, la innovación y la creación artística.

Después de un año de trabajo entregó sus conclusiones al país. Se trata de una hoja de ruta para construir una política de Estado, de largo término, que encamine a Colombia hacia la conformación de una sociedad de conocimiento. Propuso tres grandes retos: Colombia Biodiversa, Colombia Productiva y Sostenible, y Colombia Equitativa.

En el último las propuestas se concentraron principalmente en educación, aunque este tema, en forma natural, fue la preocupación transversal de todos los focos temáticos y disciplinares. Sus principales propuestas aparecen en varios apartes de este libro y coinciden con otras, provenientes de ámbitos distintos.

Las más importantes (hay muchas más) son un llamado perentorio a lograr cobertura total para la educación y atención integral en la edad temprana, de cero a cinco años, un llamado similar para la Educación Media, diversificada y pertinente, y la propuesta de una revisión profunda al sistema de formación de maestros.

En noviembre del 2019 se dieron una serie de protestas populares que se prolongaron hasta entrado el 2020. El Gobierno decidió abrir unas mesas de diálogo, que se propusieron amplias e incluyentes, aunque los organizadores del movimiento, en su mayoría, se abstuvieron de participar. Una de las mesas abordó los problemas de la educación, y la participación fue amplia e interesante (a pesar de la ausencia mencionada anteriormente).

En esa mesa se escogieron por votación tres temas álgidos para comenzar. Los tres temas en forma independiente también coinciden con los mencionados acá, lo que refuerza su relevancia para los actores y dolientes del sistema de educación.

Estos fueron: la construcción de una política pública de formación de maestros, la construcción de un sistema participativo, descentralizado y con mecanismos eficaces de concertación, y la reforma del modelo educativo, pasando de uno basado en la enseñanza a otro basado en un aprendizaje contextualizado, que propicie la crítica constructiva y que apunte a enfrentar retos de innovación y creatividad. Los nombres de las propuestas se explican por sí mismos.

El tercer evento fue algo como un diluvio, la pandemia de covid-19. Lo primero que la suspensión general de clases presenciales hizo muy evidente, a todos los niveles, fue las carencias del sistema de conectividad colombiano. En las grandes ciudades el 40 % de los estudiantes no tenía computador ni red, en las zonas rurales ese porcentaje llegaba a un 90 %.

El problema fue mayor aún, porque muchos que los tenían en su casa debían compartirlos con los hermanos y los padres; muchos maestros no tienen los conocimientos básicos del manejo de comunicaciones por internet, y la mayoría de las clases no eran realmente virtuales, con el uso de programas sofisticados modernos que existen en muchas partes, pero que son costosos y exigen entrenamiento para su manejo, sino charlas transmitidas por algún programa estándar y primitivo de comunicación. Eso no es lo que se entiende hoy por educación virtual.

Esta situación, además de generar un rezago educativo grande, ya de por sí tremendamente deletéreo para la formación de los jóvenes, amenaza con aumentar aún más la brecha entre los jóvenes pudientes y quienes tienen pocos recursos.

Los colegios privados de alta calidad han montado buenos programas educativos, sobre las plataformas más sofisticadas y que le exigen a cada estudiante su propio computador y una banda ancha adecuada; los oficiales en la ciudad ofrecen bastante menos que eso, y en la zona rural se contentaron principalmente con comunicaciones telefónicas y repartición de material impreso.

Hay que reconocer los esfuerzos de los maestros y de los estudiantes (a veces casi heroicos), de las instituciones, de las Secretarías de Educación y del Ministerio, que acudieron incluso a la radio y la televisión regionales para compensar las deficiencias en intercomunicación.

Sin embargo, el hecho frío es que hay un rezago educativo serio, y hay ampliación de brechas y retroceso en muchos de los indicadores logrados. Uno de ellos, el de la deserción, se prevé alto e impactará los datos de cobertura ya logrados.

A la salida de la pandemia será necesario montar estrategias de reparación, que aumentan en mucho los retos que se discutieron en este libro.

Es de esperar que las enseñanzas acumuladas nos ayuden a disminuir al máximo este período restaurativo y el país pueda emprender los nuevos retos discutidos, y todos los demás que no se incluyeron acá, porque ni siquiera se imaginaron.

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