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Frontera
El puente La Unión fue otro escenario de confrontación
Los guardias y soldados venezolanos dispararon gases pimienta y perdigones, afectando a una veintena de personas.
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Domingo, 24 de Febrero de 2019

Los porteños amanecieron con el puente La Unión cerrado con vallas y alambradas del lado venezolano y contrario al usual bullicio diario de vendedores y personas cruzando el paso elevado sobre el río Grita, la mañana de ayer transcurría muy tranquila.

El cierre de la frontera decretado por Nicolás Maduro no era impedimento para que los habituales usuarios del puente cruzaran a uno y otro lado, algunos subidos en canoas de los pescadores de la zona pagando entre $2.000 y $5.000, si iban solos o con bolsas de mercado, paquetes o niños.

Otros, por falta de dinero o para ahorrarse el pago, lo hacían caminando por el cauce más bajo del afluente binacional, que por el tiempo seco puede ser vadeado con alguna facilidad.

Solo algunos curiosos se asomaban de vez en cuando a la estructura metálica a un solo carril y que solo está habilitado para el paso peatonal, para ver lo que instalaron los militares el viernes 22 de febrero, hacia las 7:00 de la noche, tras el anuncio del cierre de las fronteras de Venezuela con Colombia, horas después de haberlo hecho con Brasil.

Se rompió la calma

Esa aparente calma se acabó hacia las 10:00 de la mañana cuando en un acto de valentía o desesperación un hombre armado con un puñal desafió a los militares del otro lado, cortando uno a uno los lazos con que fueron amarradas las vallas y alambres de púas con las que se les puso candado al puente que une la localidad de Puerto Santander con la población tachirense de Boca de Grita.

El argumento del venezolano, radicado en el Puerto, fue que le estaban impidiendo pasar los medicamentos anticonvulsivos que con urgencia necesitaba su hija recluida en el Hospital Central de San Cristóbal, quien según dijo, los había comprado con mucho sacrificio.

Esa acción fue secundada por un puñado de personas y bajo la mirada de policías colombianos y funcionarios de Migración Colombia que prestaban la seguridad en ese lugar.

Los ánimos se fueron caldeando en la medida que el osado padre de familia cortaba las ataduras y gritaba una sarta de improperios a los guardias, soldados y funcionarios del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional), parapetados detrás de las barricadas de guerra.

Ya para ese momento, unas doscientas personas secundaban su proceder y entre todos fueron tirando al río los obstáculos metálicos y otros llevados al lado colombiano, acercándose  cada vez más a la tropa que se preparaba para repelerlos.

Hacia las 11:00 de la mañana, libre el puente de obstáculos se pasó a la confrontación,  lanzando gases lacrimógenos los militares y piedras quienes se abrieron paso a la fuerza, logrando en ese momento llegar a Boca de Grita, donde tuvieron el apoyo de unas 1.000 personas venidas de diferentes puntos de la geografía tachirense y de Mérida, quienes dijeron ser voluntarios que se movilizaron para pasar las cajas con medicinas y alimentos que se creía iban a traer a este lugar y que finalmente no llegaron. 

Esas personas venían de La Fría en el municipio García de Hevia, Orope, Las Mesas del municipio Antonio Rómulo Costa, La Grita, Seboruco, El Cobre, La Tendida, Coloncito, Colón, Samuel Darío Maldonado, Umuquena del municipio San Judas Tadeo, San Simón, Hernández y de Mérida. 

Destrancaron la frontera

La frontera estuvo abierta y durante unas dos horas las personas pudieron cruzar sin mayores contratiempos, porque los militares permanecieron resguardados en su cuartel.

Los manifestantes se replegaron hasta Puerto Santander, donde esperaron las anunciadas ayudas, según lo que a cada momento les informaban las autoridades locales.

Sin embargo, la paciencia se agotó y tras cargar energía se volcaron sobre el puente para pasar a suelo venezolano, pero fueron fuertemente repelidos.

En ese momento empezó una descarga cerrada de  granadas lacrimógenas  que dispersaron por momento a quienes pretendían ganar la otra orilla, muchos con la cara cubierta y usando vinagre para soportar el ardor y la asfixia del gas, que afectó a una veintena de mujeres y adultos mayores, muchos de los cuales requirieron atención médica en el Centro de Salud Puerto Santander, a unos 300 metros de distancia.

Los perdigones disparados por los uniformados alcanzaron a unos tres hombres que estaban sobre el puente internacional, quienes también requirieron atención médica. 

El ambiente en esa localidad de Norte de Santander, que se sostiene económicamente de una intensa actividad comercial entre ciudadanos de los dos países, se volvió tenso.

Muchos manifestaron preocupación y temor, porque los enfrentamientos se prolongaron toda la tarde y el aire se hacía irrespirable cargado de gases, porque incluso algunas granadas con gas pimienta estallaron en pleno casco urbano, justo en los pies de soldados y policías colombianos que permanecieron impávidos.

En medio de las refriegas y de lo caldeado del ambiente, un teniente del Ejército venezolano destacado en La Fría, pasó de civil el puente La Unión cargando en brazos a su pequeña hija y junto a su esposa, para ponerse una vez al otro lado las prendas militares y  entregarse a las autoridades colombianas, subiendo así a 60 el número de militares que ayer solicitaron asilo en Colombia.  

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