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Frontera
Puerto Santander, el único cambio visible contra el contrabando
Ahora el comercio en Puerto Santander es de productos colombianos, para una creciente clientela venezolana.
Jueves, 18 de Agosto de 2016

“Aquí la frontera siempre ha estado abierta”, cuenta con picardía Luis Jaimes, uno de los tantos nuevos comerciantes de Puerto Santander. Y es que si la frontera con  Venezuela duró cerrada casi un año, aquí, donde la temperatura a diario supera los 34 grados, esto no se sintió. Aunque cambios sí hubo.

Hay un antes y un después. Aunque el contrabando sigue siendo el pan cada día, porque como dicen los porteños “es que aquí no hay más nada qué hacer”.

Mercado por ropa

Hace unos cuantos meses, cuando todo estaba normal, los negocios de alimentos se podían contar con los dedos de las manos. “Todo esto (señala los locales) eran ventas de ropa y los compradores éramos nosotros mismo. Gente de Venezuela siempre ha venido, pero no así”, comenta uno de sus habitantes, quien también ha aprovechado la oportunidad para sacar una mesa con harina, arroz, aceite, panela y otras cosas, para comenzar un negocio.

Hoy, las pocas calles y andenes, por donde se podía caminar con tranquilidad, han sido invadidas por improvisados vendedores de víveres. Tras los problemas que presenta el vecino país, los extranjeros han optado como sitio de abastecimiento: Puerto Santander.

Procedentes de apartados y cercanos municipios del vecino país como Colón, Coloncito, El Vigía, Santa Bárbara, La Fría y Caracas, entre otros, aglomerados ahora van y venían los compradores con fajos de billetes en sus bolsillos.

“Aquí siempre hemos manejado mucho el bolívar”, argumenta otro vendedor. “Es que toca trabajar de acuerdo a lo que el cliente necesita”, bromea.

Ahora, en un marco multicolor y bullicioso, los caminantes llegan puesto por puesto para averiguar precios y hacer cuentas antes de requerir algún producto, mientras que otros prefieren ir a la fija, pues total deben volver con lo que necesitan, no tienen más alternativas.

A este pueblo de quien la gente dice que las autoridades nacionales se acuerdan poco, ha encontrado en los problemas fronterizos una oportunidad para dejar la ilegalidad y comenzar a crear empresa.

Se la juegan por la legalidad 

Ese es el caso de Raúl Camargo, quien por mucho tiempo se dedicó a la comercialización ilegal de gasolina, pero tras ver otra oportunidad, decidió dejar las pimpinas de lado y comenzar a hacer otra  cosa. Por eso, con un plante de 400 mil pesos, compró los productos que los venezolanos más llevan, puso una mesa en uno de los tantos locales que antes vendían ropa, y junto a su familia comenzó a trabajar como comerciante, solo que esta vez no de gasolina si no de alimentos. Las ganancias de ahora no se comparan con las de antes. Habían días en los que la gasolina le dejaba hasta 150 mil pesos al días de ganancias y de las ganancias de ahora prefiere no hablar, “lo importante es estar tranquilo”, dice. 

“La verdad es que uno acá trabaja con el contrabando porque no hay nada más qué hacer, pero ahora la cosa esta muy dura, los operativos se han intensificado y cuando uno tiene familia ya piensa diferente… piensa en ellos”, argumenta.

Muchos bolívares, pocos pesos

Los vendedores ha acordado recibir el pago en bolívares y facilitar las cosas;  los artículos que más demandan los venezolanos en esta población son el salchichón cervecero – que se ve por montón -  seguido por el azúcar y el arroz; los siguen el aceite, las pastas y no podían faltar, el papel higiénico y los pañales.

Un día en Puerto Santander transcurre al ritmo de la oferta y la demanda, los cambistas siempre se la pasan ocupados,  mientras que los almacenes de ropa siempre se ven vacíos. Por momento el paso por puente Unión, por ratos se convierte en un hormiguero, donde los venezolanos entran y salen como Pedro por su casa.

Aquí llama la atención la manera como miembros de la Guardia Nacional Bolivariana y patrulleros de la Policía Nacional de Colombia conviven en un ambiente de camaradería y se saludan después de cada cambio de guardia. 

Ahora, al Puerto lo visitan son los venezolanos y por alimentos. Antes eran los mismos colombianos los que frecuentaban este pueblo ubicado a unos 55 kilómetros de Cúcuta.

Los habitantes del Puerto no esconden lo que para nadie es un secreto que en Puerto Santander, al igual que en Cúcuta, o La Parada se vive del contrabando y exigieron, insistentemente, que el gobernador, el presidente y todas las autoridades “no se hagan los de la oreja mocha” y solucionen la falta de empleo.

“Yo invito a lo que dicen que acá no hacemos si no contrabandear, para que vengan y miren a ver qué otra cosa podemos hacer”, dijo alterado uno de los tantos que se atreven a pasar gasolina del lado venezolano para venderla en Colombia. 

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