Desde aquel 13 de diciembre de 2021, la energía y felicidad que se respiraba en los hogares del subintendente Samir Enrique Velillas Guerra, de 28 años, y el intendente Jesús Martín García Celis, de 38, no es la misma.

De ellos solo quedan sus fotos y el recuerdo de que fueron víctimas de los violentos en Cácota, Norte de Santander.

Aquel día, sobre las 4:00 de la tarde, cuando los hombres patrullaban el caso urbano, fueron interceptados por dos pistoleros en motos, quienes arremetieron contra los uniformados. Al parecer, se trataría de un atentado perpetrado por integrantes del Eln. Desde ese entonces las autoridades no han dado respuestas frente la investigación.

Por eso, las familias de los dos uniformados, insistentemente, piden justicia. Sin embargo, cuando vienen a la ciudad a buscar respuestas, solo reciben evasivas hasta sentir que el caso de sus seres queridos está en el olvido.

No se ha hecho justicia

 “Es muy duro porque hoy en día la mamá de Samir sufre demasiado, psicológicamente se encuentra padeciendo una depresión. La institución la ha olvidado, tanto así que ni siquiera un apoyo psicológico, una visita a su casa”, manifestó Estefany Fúnez, familiar de Samir Velillas.

Según la mujer, en la familia, que es oriunda de San Pedro (Sucre), el ánimo cambió y la más afectada fue la mamá del subintendente, pues él era menor de sus tres hijos y de quien dependía económicamente.

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“Las veces que hemos viajado hasta Cúcuta, al departamento de la Policía o a la Fiscalía, nunca hay una respuesta positiva, solo dicen que están trabajando sobre ese caso como para salir del paso”, añadió Fúnez.

El hijo de Samir recientemente cumplió 2 años, los mismos que la familia lleva esperando respuestas, pues el pequeño nunca pudo conocer a su papá.

“Aunque estamos lejos, porque él vive en Cácota con su mamita, nosotros tratamos de acortar esas distancias físicas y darle todo el amor y el apoyo”, dijo la prima.

La vida cambió

La llamada que marcó sus vidas entró a las 4:30 de la tarde, el 13 de diciembre del 2021, cuando la familia participaba de una misa en la que se celebraba la fiesta patronal de Santa Lucía.

“En ese momento se conmocionó todo el pueblo, la familia no lo quería aceptar y creíamos que estaba herido. La mamá y una tía de Samir, fueron remitidas al centro de salud de San Pedro, por el impacto de la noticia su estado de salud se vio afectado”, recordó la pariente de la víctima.

Fue tan impactante la noticia que las ferias y fiestas que se empezarían a celebrar en el municipio, fueron canceladas.

“Los 13 de cada mes son nostálgicos porque suma un mes más de su partida. Su cumpleaños, en julio, son una fecha que nos marca, nos llena de mucho dolor  y cada aniversario es como si fuera el primer día de su partida”, dijo Estefany.

Antes del atentado, Samir le había comentado a sus seres queridos sus intenciones de retirarse de la Policía para ver crecer a su hijo,  y como estaban las condiciones de seguridad, sentía temor.

Los familiares de Samir y Jesús coincidieron en que sus seres queridos le sirvieron a una institución que ya los olvidó.

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