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Colombia
Con la venta de productos de aseo ayuda a los pobres
Así es como Juan Carlos Gil consigue fondos para su fundación virtual Ángeles Unidos.
Martes, 28 de Junio de 2016

Juan Carlos Gil  perdió la cuenta de cuantas veces le han cerrado la puerta en la cara o no le han dejado terminar su discurso en busca de vender una botella de limpiadosrde pisos que le permitirá ayudar a una familia pobre.

Sin embargo, las malas caras y la indiferencia de algunos no lo han hecho desistir de su idea, y sigue por las calles de Guaimaral y Ciudad Jardín promocionando los productos que el mismo prepara en la casa, con su primo, para conseguir fondos para su fundación virtual Ángeles Unidos.

Cuando le abren una puerta y le regalan los dos minutos que pide de antesala alcanza a hablar sobre las bondades de sus productos y, de paso, hecha la cuña de cómo con prendas de vestir, coches, o cualquier elemento que ya no usen en la casa le pueden ayudar a una familia necesitada.

“Además de que en la etiqueta de nuestros productos vienen los datos de la fundación, dejamos unos volantes con nuestro contacto y les reiteramos a la gente que muchas veces las cosas que ellos ya no usan son de gran utilidad para otros, y que no nos cuesta nada regalarlas”, explica sonriente.

Por ahora, solo vende limpiadores de pisos, porque no tiene recursos para fabricar más productos, pero entre sus planes está producir cloro, jabón líquido, antibacterial, entre otros.

Las ganancias de la venta de los productos de aseo las reinvierte en la logística de las brigadas de salud y en actividades como la celebración del Día de los niños.

Esta estrategia de venta es solo una de las acciones que Gil, sus dos primos y una amiga, se han ingeniado para sacar adelante su fundación y no parar con sus ayudas.

Aunque la fundación liderada por Gil nació hace más de un año y tenía mayor número de voluntarios, solo cuatro personas siguen trabajando en ella gracias al impulso y el empeño de su fundador, que con el mayor de los gustos divide su tiempo entre sus estudios, el trabajo comunitario y sus demás labores diarias.

Gil asegura que crear una fundación no estaba entre sus planes. Sin embargo, luego de entregar la primera ayuda a una familia del barrio Antonia Santos y de encontrarse con decenas de historias de familias pobres, supo que su labor no pararía con la simple entrega de un coche y empezó a tejer una nueva historia.

Como entre semana estudiaba en la mañana trabajo comunitario en el Sena y en las noches trabajo social en la universidad Simón Bolívar, decidió destinar sus fines de semana para el trabajo comunitario, así esto le implicara perderse de reuniones familiares y recorrer largos trayectos a pie, como lo ha hecho en varias ocasiones desde Belén hasta el asentamiento María Teresa.

“Uno termina enamorándose de la comunidad en esta carrera, y cuando sale al terreno, ya no quiere salir de él”, explica emocionado.

Aunque no tiene en el bolsillo sino para las fotocopias, como la mayoría de los estudiantes, siempre vela por sus pupilos y está pendiente de ellos. Su ayuda no finaliza con la entrega de un mercado o una camisa.

Desde el año pasado viene ayudando a la familia de Aarón, un niño de seis años discapacitado. Además de  entregarles leche y pañales, emprendió una campaña por redes sociales para ayudarles a construir una vivienda más digna.

Por redes también conoció hace poco la historia de los Valderrama, una familia de  recicladores de El Salado que recorren a diario las calles de Cúcuta en busca de cartones, botellas plásticas, aluminio, cobre, o cualquier otro material que se pueda vender en las recuperador, y no dudó en ayudarles. Empezó con unos mercados y unas prendas de ropa y ahora está gestionando hojas de zinc para techarles su rancho y evitar que el agua se les meta.

Gracias a su práctica profesional en el hospital Erasmo Meoz conoció más historias de familias necesitadas y empezó a gestionar nuevas ayudas con sus conocidos y amigos, a tal punto que sus favores que les pide tienen que ver con la donación de pañales, leche, ropa o unos minutos de su trabajo.

Ya convenció a un par de amigas, una odontóloga y una enfermera, de unírsele a su causa y prepara una  brigada odontológica y una jornada de prevención y promoción de salud, en un asentamiento de la comuna 8.

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