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Monumentos reivindican la paz en Colombia

Hechos con materiales que son resultado de la fundición de las armas de quienes hicieron la guerra.

Por fin las víctimas del conflicto tendrán dos de sus más esperados monumentos, elaborados con los materiales que resultaron de la fundición de las armas de los hombres y mujeres que hicieron la guerra.

Con estas esculturas se repara de manera simbólica el daño que sufrieron y se reivindica la memoria de sus muertos. Es una forma de decir que Colombia está cansada de la guerra y que las armas que un día se levantaron contra sus hijos no volverán a dispararse nunca más.

El primero de ellos fue instalado la semana pasada en el parque principal de Puerto Boyacá (Boyacá), municipio conocido por haber sido llamado en la década de los 90 la “capital antisubversiva de Colombia”. Se trata de una escultura monumental elaborada por el maestro boyacense José Cristiano Barrera, con parte del material de las armas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).

El segundo será abierto este lunes en la capital de la República, realizado por la maestra bogotana Doris Salcedo con parte de las armas dejadas por las Farc hace dos años.

Homenaje a las víctimas

El monumento de Puerto Boyacá pesa 7,5 toneladas y con 14,5 metros de altura le hace un homenaje a las víctimas del paramilitarismo.

Todo el monumento se diseñó con base en el número tres que representa la trinidad cristiana y los pilares del acuerdo con el que se desmovilizaron los paramilitares: Verdad, Justicia y Reparación. Tiene forma de “V”, lo que, según Barrera, significa la “victoria de la vida”.

“Un pilar está dedicado al mundo material y el otro al mundo inmaterial, lo que significa que se unieron ambos mundos para rendir un homenaje a los caídos, las víctimas. Arriba lo corona una cruz triple que viene de un símbolo de la iglesia ortodoxa rusa y de una cruz que usa el Vaticano, pero en este caso se le dio un triple significado: la primera cruz está dedicada al cielo y a la tierra, la segunda a la espiritualidad, al perdón y a la vida, y la tercera a las víctimas”, contó el artista.

En el ensamblaje del centro van unos perfiles en acero pintados en azul celeste que se dirigen hacia el cielo, que son alegorías a las víctimas que pueden subir al firmamento y descansar en paz. En el piso tiene un reflector potente que iluminará del piso al cielo, pasando por en medio de todo el monumento. Y en los laterales posteriores dos leyendas, una redactada por la Mesa de Víctimas del municipio y otra por el alcalde Óscar Fernando Botero.

En el artículo “El monumento a la paz que nunca ha sido”, publicado por este diario el 16 de julio de 2016, se relató cómo 74 barras de una combinación de hierro, acero y otros metales, que pesaban 49,5 toneladas, estaban a la deriva. El monumento prometido a las víctimas no había sido construido y hasta el momento nadie estaba interesado en hacerlo, de hecho ni siquiera el alcalde Federico Gutiérrez conocía su existencia.

Varios meses después Botero le envió una carta a Gutiérrez solicitándole el metal, en ella decía que con recursos de regalías su administración estaba reconstruyendo el parque principal y “en dichos diseños se estableció un espacio para un monumento a la paz, que deseamos concebir en honor a las víctimas del paramilitarismo, y qué mejor forma de hacerlo que con las armas o municiones con las que algún día los hombres de este municipio sirvieron a esa guerra y que hoy se encuentran abandonadas en forma de barras bajo su custodia en la bodega del Polo Norte de la Alcaldía de Medellín”.

Y es que de ese municipio, con algo más de 50.000 habitantes, se desmovilizaron 760 paramilitares tras el Acuerdo de Ralito.

La reunión de los mandatarios se finiquitó el 2 de febrero de este año en la capital antioqueña y el compromiso fue entregar a la Gobernación de Boyacá parte del material para construir el monumento, el resto quedaría en Medellín para elaborar una obra hermana que sería expuesta en el parque que se construirá donde ahora está ubicado el Edificio Mónaco, que fue propiedad del narcotraficante Pablo Escobar, hoy en manos de la Policía Nacional.

La Gobernación invirtió 190 millones de pesos en la creación de la obra y el municipio fue el encargado de transportar el material al taller de escultura monumental del maestro Barrera en Duitama.

Tres meses duró la construcción del monumento, en el que también participaron el escultor chileno Alejandro Mardones Guillén, y el artista visual español Andrés Arjona Martínez, el ingeniero civil José Nubiel Hernández y el arquitecto César García, y los empleados del taller de Barrera que tienen diferentes nacionalidades.

En próximos días será inaugurado con presencia de la Unidad para las Víctimas, la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, excombatientes desmovilizados y obviamente las víctimas del conflicto.

“Nuestro objetivo como administración es comprometer a toda la gente con el cambio de Puerto Boyacá, con lo que estamos viviendo y con lo que tenemos que vivir de ahora en adelante. Y en cuanto a las víctimas, tener el espacio para ellos, para la memoria de todo lo que ocurrió en el municipio sin dejar perder esa historia”.

Con armas de las Farc

Fragmentos se llama la obra de Doris Salcedo, una de las tres que se realizarán con las armas de las extintas Farc.

Estará ubicado en Bogotá y, según la artista, es un contramonumento, que en forma de piso (en una casa colonial que durante 80 años perteneció a una familia del centro bogotano) dará soporte físico y conceptual a un espacio de memoria y encuentro que contendrá otras exposiciones de arte itinerantes.

De hecho, los primeros expositores serán la artista Clemencia Echeverri, con su obra Duelos, y el arquitecto Felipe Arturo, con Antibalas, y estará abierta al público en el primer semestre del próximo año.

El contramonumento será operado por el Museo Nacional de Colombia y estará abierto al público de martes a domingo, de manera gratuita.

“Este espacio tiene la tarea de acoger memorias antagónicas para así generar polifonías de voces discordantes. Fragmentos conforma un lugar desde donde unos diálogos difíciles tendrán lugar, diálogos que al igual que los de La Habana, nos permiten vislumbrar las posturas y mundo que no son ajenos”, señaló Salcedo en julio pasado cuando se hizo la preinauguración de la obra.

En la construcción del contramonumento participaron mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado, que martillo en mano fueron machacando el dolor sobre el hierro, dando forma a 1.300 azulejos que se hicieron con 37 toneladas de armas dejadas por las Farc y que fueron depositadas en los contenedores de la ONU.

De acuerdo con la artista, este contramonumento generó tensiones entre los antiguos comandantes guerrilleros, que querían un obelisco o algún grandilocuente monumento, era el caso de Iván Márquez quien expresó públicamente su descontento con esta expresión artística.

Salcedo, en cambio, pensaba en que había que acabar con el mito del guerrero. No quería “un monumento monumental que jerarquiza y presenta una visión triunfalista del pasado bélico de una nación. Su principal función es someternos o empequeñecernos como individuos frente a una versión grandiosa y totalitaria de la historia”.

Los otros monumentos

El Ministerio de Cultura ordenó la apertura de la convocatoria pública para seleccionar al artista encargado de elaborar la estructura que también se construirá con las armas dejadas por las Farc y que se dispondrá en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, Estados Unidos.

Mediante resolución 1273 del 27 de abril de 2018 se acogió la recomendación de los jurados y se nombró como ganador de la convocatoria al maestro colombochileno Mario Opazo y su proyecto Kusikawsay.

De acuerdo con el Ministerio, “la obra de Opazo parte de la apropiación de una canoa indígena, intentando con ello traer al presente lo antiguo, su sabiduría y simbolismo. Un elemento que navega por los ríos del territorio colombiano, que en su humildad material es vigente testigo y protagonista del progreso y de un viaje a una nueva vida”.

La obra se encuentra en trámite de transporte para su emplazamiento en la sede en Nueva York.

La tercera escultura que se realizará con el material bélico de los exguerrilleros se ubicará en La Habana, Cuba, sede que acogió por más de cuatro años los diálogos de paz del Gobierno de Juan Manuel Santos con esa guerrilla.

Actualmente el ejecutivo colombiano espera por parte del gobierno cubano la confirmación del artista que lo realizará, así como la descripción del proyecto, para dar cierre a este proceso que dignificará a las víctimas del conflicto armado en Colombia.

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Colprensa
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Lunes, 10 de Diciembre de 2018
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