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Aniversarios I
El origen de la violencia liberal-conservadora en Colombia con el asesinato de Gaitán, destapó las debilidades criminales.
Sábado, 22 de Septiembre de 2018

Entre 2018 y 2019 se cumplen aniversarios bastante importantes. En 2018 se cumplieron más de doce décadas de anunciarse la relación entre emisiones de CO2 y el aumento de temperatura de la tierra, dándose paso a la investigación del calentamiento global, cien años ha del fin de la primera guerra mundial, setenta años del asesinato de Gaitán y el correspondiente Bogotazo, y del bloqueo de Berlín, ocupada por las fuerzas de la Unión Soviética, cincuenta de los movimientos de mayo del 68, y diez años del gran crack económico de la crisis inmobiliaria que llevó a una nueva recesión mundial. Todos reflejaron momentos históricos importantes. El año entrante se cumplen 200 años de la batalla de Boyacá que marcó la independencia de Colombia, ochenta años del inicio de la segunda guerra mundial, setenta años de la creación de la República Popular de China por Mao Tse Tung, cincuenta y cinco años del discurso “Yo tengo un sueño” del doctor Martin Luther King, cincuenta años de la creación del internet, que solo veinte años después se volvería comercial, y de la llegada del hombre a la luna, treinta años de la caída del muro de Berlín, y veinte, de la llegada al poder en Venezuela del chavismo.

Aunque cada uno de ellos merecería columna aparte, al darles un vistazo general muestran pautas de lo que ha sido lo que Isaac Asimov llamaba “el ascenso del hombre”, que como veremos, pareciera que más bien es un descenso.

En 1896, el científico sueco Svante Arrehnius fue el primero en proclamar que las emisiones de CO2 producida en la combustión de combustibles fósiles afectaban la temperatura global, dando origen a la investigación del calentamiento global, fenómeno que hoy tiene el planeta en riesgo de colapso, por su extensión a la acidificación de los océanos y a la sexta extinción de seres vivos en la historia planetaria. Este, que es el mayor problema de la humanidad hoy, y que lleva sus raíces al modelo de producción, los estilos de vida y el manejo multilateral de los problemas comunes a todos, en Colombia se trata como algo académico. Y esa es la primera conclusión de esta columna, Colombia está tan lejos de la corriente histórica mundial, que el Conpes 3493, llamado “Calidad del Aire” y firmado en julio de 2018 por el saliente presidente Santos, en lo que se configura como una de sus últimas gracias, definió al diésel como combustible limpio, uno de los mayores aportantes al calentamiento global, y a punto de ser eliminado de varios países de la Unión Europea, para poder justificar “rentas” a Ecopetrol que pasen al estado. Este adefesio con sustento “jurídico”, nos muestra como somos: vivos a punto de muerte.

Otra catástrofe avisada, pero no oída, fue la que se llamó primera guerra mundial, que se originó con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero del imperio austro-húngaro por un nacionalista serbio. Parecía uno más de los conflictos entre reyes que se habían sucedido desde la edad media, pero no lo fue; el mundo había cambiado, pero las sociedades no, y esa guerra se consumió casi todos los imperios existentes y creó un nuevo mundo, inestable, anclado al pasado, extremista, que concluiría en la gran hecatombe de la segunda guerra mundial. Eso nos está pasando hoy: el mundo cambió y la sociedad, no. ¿A que nos llevará? No lo sabemos, solo sabemos que a nada bueno.

El origen de la violencia liberal-conservadora en Colombia con el asesinato de Gaitán, destapó las debilidades criminales de un régimen excluyente en lo económico y en lo político que ha consumido el país en un “conflicto” cada vez más degradado con el acicate del narcotráfico, reflejado en un estado centralista preocupado en extraer rentas y en grupos armados aliados al crimen transnacional, que hoy se quiere combatir con las recetas de la época de Gaitán, sin cambiar el régimen. Colombia se revuelve en su estancamiento, que hoy la hace un país atrasado respecto a otros, con los cuales, en la época del bogotazo se podía considerar igual o mejor, como los tigres asiáticos. Pero no, nos quedamos como representante insigne del continente más desigual del planeta, que avanza tres pasos y retrocede dos. La furia del 48 demostró falla estructural en el estado; la paz del 2018, dejó todo igual, sólo que llevó nuevos criminales a la cabeza del estado.

En próximas columnas trataremos de analizar los otros aniversarios, pues todos tienen lecciones, que en Colombia se pierden ante los debates si la JEP va a llamar a los criminales que volvieron a sus andanzas a la justicia, o les sigue dando patente de corso. En Colombia, no se ve ascenso del hombre, sino el ascenso de la inconsciencia.

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