La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Arroyo de nubes
La perfección es un estado de alma inalcanzable.
Domingo, 8 de Julio de 2018

Uno necesita asumir su propio destino con arte, forjando el contraste entre lo moral y lo inmoral, sacando de las huellas de la consciencia una ruta que le ayude a ascender hacia la dignidad, sin perder de vista su condición de mortal, su propio perdón y el anhelo ser útil.

La perfección es un estado de alma inalcanzable, majestuoso y, la nada, igual, es una forma opuesta de perfección. Así de clara es la confusión ante la certidumbre de la vida, de si vale la pena el esfuerzo por alcanzar lo sublime, o, lo contrario, si se debe estar en inercia constante para esperar que todo pase. 

Pero creo que es lícito asomarse a ella, pensar en que uno necesita arriesgar su serenidad, acrecentar su sentido del deber –el que cada uno decida-, la disciplina y una consagración total a depurar los grados de imperfección que nunca dejarán de ser obstáculo para la madurez.

El resultado es una vivencia del cielo a pedacitos, por entre las rendijas de lo cotidiano, detrás de la bruma de los días que intenta opacar la luz y no nos deja mirarnos en el arroyo de nubes, en travesía de esperanza, que nos llama insistentemente.

Pero sucede que en las nubes se dibujan distractores, falsas opciones que, en últimas, generalmente ganan y nos hacen perder la noción de una inmensidad maravillosa que, cuando alcanza a percibirse, abre a la mañana del universo y permite valorar las cosas del espíritu. 

Si cada uno de nosotros aprovecha su talento, resiste los embates del conformismo y prepara su escenario, desechando el miedo, podrá hallar las escalas para atisbar el reflejo de su luminosidad interior.

Temas del Día