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Del toque de queda y otros toques
Estaba yo muy pequeño, pero alcanzo a recordar, porque mi mamá andaba muy asustada. Sucedió en los meses siguientes a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. 
Jueves, 19 de Marzo de 2020

El primer toque de queda del que tuve conocimiento sucedió en Las Mercedes, hace un jurgo de años. Estaba yo muy pequeño, pero alcanzo a recordar, porque mi mamá andaba muy asustada. Sucedió en los meses siguientes a la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. 

Se corrió el cuento de que un grupo de liberales de algún lugar llamado La Palma, iba a asaltar a Las Mercedes, un pueblo humilde, trabajador y conservador, y que ya venían, por un camino que iba desde  Ocaña, pasando por El Cincho (La Vega de San Antonio ).

Era corregidor Adonías Ordóñez, un hombre alto, fornido, de Villacaro y, según decían, familia del fundador del pueblo, el padre Raimundo Ordóñez Yáñez. Tenía fama de guapo (como todos los villacarenses) y andaba siempre con un revólver empretinado, pero a la vista de todos. 

Lo que el corregidor decía, se cumplía al pie de la letra. Y al pueblo lo tenía andando como un relojito. Nada de basuras en la calle, todos a desyerbar la plaza (por lotes que él señalaba, medidos a zancadas), todos a traer arena y piedra de la quebrada para la construcción de la iglesia, y todos a respetar los pozos del río y de la quebrada (había pozos para los hombres y pozos para las mujeres). 

Tenía dos policías municipales bajo su mando, para que hicieran cumplir sus órdenes y para que llevaran a la fuerza a los muchachitos que no querían ir a la escuela porque preferían quedarse jugando al trompo o irse a pescar golosas en el Lavapatas o en el caño del cementerio (el cementerio viejo, en la salida para Sardinata).

Las órdenes las daba el corregidor a través de bandos, a la salida de misa los domingos. Como no había tambor, un muchacho llamado Solón Sanguino golpeaba una lata grande, y ante la bulla, el pueblo se reunía frente al atrio desde donde  Adonías leía su decreto.

Esa vez el bando convocaba a todos los hombres, para que a partir de las 7 de la noche salieran a las 3 entradas que tenía el pueblo, armados de machetes, escopetas, pistolas o lo que fuera, para esperar a los liberales, enemigos de Dios, de la patria y de las familias. Daba las instrucciones y, lista en mano, repartía la gente en las emboscadas.

Pero ningún niño, ni anciano, ni mujer podían salir de sus casas, ni prender fuego en las cocinas, ni podía sonar ninguna victrola, ni gritos, ni juegos en la calle. Era un verdadero toque de queda. Durante una semana se cumplió el bando, pero al final, el corregidor Ordóñez derogó su decreto. Parece que los supuestos invasores supieron los preparativos de los humildes labriegos mercedeños, liderados por un villacarense, y el culillo les impidió llegar hasta el poblado.

Los griegos, troyanos y romanos cuando salían a la guerra, dejaban a sus ciudades en toque de queda, es decir, nadie podía salir de su ciudad, ni abrir las puertas de las murallas para evitar que el enemigo entrara. Sin embargo, alguna vez se metieron en un caballo, el Caballo de Troya, por no acatar el toque de queda. 

En Colombia, a cada rato, hay toques de queda, generalmente por manifestaciones de revoltosos. Es famoso el toque de queda que ordenó el presidente Lleras Restrepo, cuando por televisión dio una hora para que los alborotados se fueran a sus casitas. Sacó de inmediato soldados y tanques, y los revoltosos tuvieron que huir con el rabo entre las piernas, antes de que se cumpliera el plazo de sesenta minutos.

Pero nunca se había visto que una hijuemadre gripa china fuera la causante de un toque de queda universal. Porque en todo el mundo han hecho lo mismo: Que en casa, que no saluden, que ni se miren, que la vaina está peluda, que la pelona está cargue y cargue gente, que los viejos, que los muchachos, que las mujeres, que…mejor dicho.

El toque de queda debe ser toral. No sólo no salir, sino no tocar a nadie ni a la novia, ni a la otra, ni a la amante, ni a la secreta, ni siquiera a la mujer. Todo el mundo puede estar contaminado y lo mejor es no tocarle nada a nadie. Pero nada es nada. Yo ya me fui a dormir al cuarto de san Alejo, porque uno no sabe qué pueda pasar a la media noche o a la madrugada. Quiero decir que el virus ataca y muerde a cualquier hora, se puede meter por la ventana abierta o por una gotera o por la puerta. Por eso tiene corona.  Para hacer lo que le dé la gana. ¿Y mi papá tiene corona, que no lo ponen a lavar los platos? Decían mis hijos hasta hace poco. 

¡Coronavirus tenía que ser éste de ahora!

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