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Educación para la democracia: una tarea pendiente en Norte de Santander
Formar para la democracia exige una persona abierta a las diferencias ideológicas, al dialogo, al debate y la controversia.
Martes, 12 de Junio de 2018

Uno de los grandes retos de las sociedades modernas, es el fortalecimiento de la democracia, aunque imperfecta, es hasta ahora la forma de organización social más plausible para las aspiraciones y realizaciones humanas.

“La democracia es un sistema exigente y no sólo una condición mecánica (como referida al gobierno de la mayoría) tomada de forma aislada” (Sen, 2009); la democracia es una forma de vida, va más allá de un mecanismo social de elegibilidad para la representación de “intereses” comunes, implica un ethos, y por ende discernimiento y acción; es así como la democracia para el Nobel de economía Amartya Sen enriquece la vida de los ciudadanos de tres maneras.

La primera está relacionada con el papel de la libertad política, “el ejercicio de los derechos civiles y políticos resulta crucial para la buena vida de los individuos entendidos como seres sociales …tiene un valor intrínseco para la vida de la personas”; en segundo término el valor instrumental para el desarrollo “ya que refuerza la atención política que la ciudadanía recibe al expresar sus demandas y necesidades (incluyendo reivindicaciones y necesidades económicas)”, y por último, la práctica de la democracia “dota a la ciudadanía de la posibilidad de aprender los unos de los otros, además de ayudar a la sociedad a formar sus valores y establecer sus prioridades.” 

Para lograr estas aspiraciones (valor intrínseco, instrumental y de aprendizaje colectivo) es imperativo el papel de una educación que forme ciudadanos en y para la democracia. Por lo tanto, no es suficiente los avances en cobertura, es clave la calidad de la educación y la incidencia de la misma en los individuos para tomar decisiones más acertadas, la educación debe lograr no solo formar para el mercado laboral, sino para la vida pública como ciudadanos.

Cuando se observan los resultados del departamento Norte de Santander en las evaluaciones de saber pro en ciencias sociales, son preocupantes los resultados, ya que se evalúa en dichas pruebas el conocimiento y habilidades de pensamiento social, análisis de procesos en las dimensiones geográficas e históricas, interpretación y comprensión  de asuntos políticos, económicos, sociales y culturales concretos,  el desarrollo de un pensamiento reflexivo y sistémico para entender los modelos sociales (derechos, democracia, medio ambiente, libre mercado, etc.), valorar argumentos y distintas opiniones.

El departamento, en 2016, sumando insuficiente y mínimo obtiene un porcentaje del 62%, un valor alto y muy parecido al promedio nacional, pero cuando se desagrega entre lo urbano y rural para establecimientos públicos, se muestran diferencias preocupantes, mientras que para lo urbano insuficiente y mínimo representa el 63%, para lo rural llega al 83%, 20 pp mayor a lo urbano, y frente a los establecimientos privados la brecha es aún mayor (mínimo e insuficiente no llegan al 50%).

En el mundo de la posverdad, donde se inunda desde las redes sociales la distorsión de la realidad, a partir de información para moldear conductas, es imperativo la formación de ciudadanos dotados de la capacidad crítica de  entender y decantar la realidad; formar para la democracia en Norte de Santander exige una persona abierta a las diferencias ideológicas, al dialogo, al debate y la controversia que redunde en transformación-construcción en la esfera de lo público, pero es imposible lograr este propósito sin una formación integral y sobre todo solida en las ciencias sociales, para decirlo en clave de Amartya Sen, no podemos lograr el desarrollo humano, social y económico, sino hay generación de capacidades y oportunidades para el ejercicio de la libertad, y sobre todo cuando la educación no logra su fin emancipatorio.

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