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La confesión de Ramiro
Definitivamente para reconstruir políticamente una sociedad, hay que conocer la verdad de su tragedia, de sus crímenes.
Sábado, 15 de Junio de 2019

El terremoto político ya empezó en Cúcuta, por ahora con todos los comentarios y especulaciones sobre a quienes podría denunciar Ramiro Suarez en su declaración ante la JEP. La procuraduría acaba de presentar un recurso de apelación en contra de la decisión del Tribunal de aceptar al ex Alcalde quien, de contar toda la verdad, podría recibir el beneficio de no pagar más de 8 años de cárcel por todas las actividades ilícitas en que haya incurrido. Entiendo que la decisión de Ramiro de agotar todos los medios para ser aceptado en la JEP y declarar, lo que lo impulsó, fue esencialmente su preocupación por el resultado del proceso penal por el asesinato del veedor Pedro Durán que se acerca a la etapa del juicio y que lo podría involucrar.

Soy de los que creo que es importante para la ciudad que Ramiro hable y cuente toda la verdad. Definitivamente para reconstruir políticamente una sociedad, hay que conocer la verdad de su tragedia, de sus crímenes, debemos  conocer en Cúcuta lo que sucedió, porqué se mató a alguien, quien ordenó a asesinar y porqué. Justo por estos días estoy releyendo uno de esos libros clásicos sobre el perdón, esa obra majestuosa de “Crimen y Castigo” de Fedor Dostoievski, cuando Raskolnikov, el joven estudiante pobre en San Petersburgo, en la depresión que genera la pobreza y un cruel invierno, decide asesinar a una vieja usurera de un hachazo, encontrándose con la sorpresa de que en ese preciso momento llegaba la hermana a visitarla, y quien corrió la misma suerte de la hermana. Es magistral la descripción que hace el escritor sobre el arrepentimiento, y es muy probablemente que ese no sea el caso de Ramiro, que llegue a la JEP por arrepentimiento, sino por conveniencia.

Cúcuta requiere una reconstrucción en su vida pública, y para ello es necesario que haya primero una reconstrucción moral. La ciudad debe saber que pasó con los crímenes de Tirso Vélez, José Agustín Uribe, Edgar Duarte, Ramiro Agudelo, y muchos más. Aquí en Cúcuta matan todos los días y ya estamos en esos momentos de desesperanza y hasta de inmoralidad, en el que ya convivimos con el crimen. Matan, y son tantos crímenes, que ya ni nos interesa. El primer paso para esa reconstrucción moral de Cúcuta es que Ramiro hable y cuente toda la verdad a un Tribunal que tiene su propia versión, al que van a asistir, ya lo anunció, Wilfredo Cañizares, y en el evento en que Ramiro no cuenta toda la verdad, puede terminar su vida en una cárcel.

Son varios los ejemplos en la historia de sociedades que después de haber vivido tragedias, su reconstrucción fue precisamente la de llegar a la verdad. Eso fue lo que hizo Argentina en 1.983 cuando de regreso a la democracia, después de cruentos años de dictadura, Raúl Alfonsín lo primero que hizo fue crear una comisión para conocer la verdad sobre todos los desaparecidos durante los años de dictadura, comisión presidida por el escritor Ernesto Sábato. “Nunca más”, fue el informe que conoció el mundo sobre todos los desaparecidos que hubo en cerca de 7 años de una cruel dictadura. Hay madres aún en Argentina que marchan cada 8 días en la plaza de mayo, tratando de sanar esa herida, tratando al menos de conocer las circunstancias sobre la desaparición de su hijo. Aquí en Cúcuta, y en Colombia, hay muchas madres que quieren saber al menos saber dónde pueden estar enterrados sus hijos.

Incluso aún más, que dependiendo de la declaración que haga Ramiro ante la JEP, esa declaración puede y debiera impactar las actuales campañas políticas. Por todo ello, a partir de esa verdad, debemos reconstruir moral y políticamente a Cúcuta, y así abrirles a nuestros hijos un espacio y oportunidad para que la ciudad retome ese camino de pulcritud y decencia que existieron hace ya muchos años.

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