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La cruda evolución de la violencia en Colombia
Una bandera raída por las múltiples referencias en los discursos...
Viernes, 9 de Marzo de 2018

En plena campaña electoral parece que la Paz, es una bandera raída por las múltiples referencias en los discursos veintejulieros de quienes aspiran a elegirse en representación del pueblo. Todos hablan de Paz, pero todos son violentos.

Quienes nacimos en el siglo pasado fuimos testigos presenciales o de oídas, de lo que fuera la violencia partidista, específicamente entre conservadores y liberales. Centenas de muertos por los trapos rojos y azules, que aún hoy se siguen agitando. Qué desdeñable, triste y lamentable capitulo de la historia colombiana, el cual degeneró en una guerra fratricida que aún hoy, sigue cobrando víctimas.

Quienes creemos en la Paz, aún sabiendo que no existe acuerdo perfecto, confiábamos que Colombia iniciaría un nuevo proceso de convivencia pacífica, producto de la eliminación de uno de los actores armados del conflicto, como lo era la FARC-EP. Sin embargo observamos atónitos una escalada de violencia sin precedentes.

Muchos creen equivocadamente que la violencia es solo la acción terrorista de los grupos al margen de la ley y sin darnos cuenta venimos engendrando la violencia en nuestros corazones, a través de nuestras acciones. La intolerancia está a flor de labios y reaccionamos de manera grotesca, sin el más mínimo reparo a cualquier agravio. Parece que lenta e imperceptiblemente regresáramos al estadio de la acción y la reacción, dejando de lado la institucionalidad encargada de la justicia y ubicándonos en el peligroso escenario de la venganza o justicia por la propia mano.

Las redes sociales están inundadas de grescas individuales y colectivas, no solo de hombres, sino con cada vez mayor participación de las mujeres y lo que es peor, de nuestros niños, niñas y adolescentes. Los grupos poblacionales ya se levantan contra la autoridad policial sin temor, pese a ser éste un cuerpo civil armado. La policía en muchos casos se siente maniatada y debe soportar lo que más puedan las agresiones e improperios, para no terminar judicializados por capturar a un ciudadano de bien, aunque no lo sea.

Como si fuera poco ahora, los mismo candidatos dan la orden a sus hordas de seguidores de atacar indiscriminadamente a quienes piensan diferente, sin medir las funestas consecuencias. Son instigadores de la violencia y su egocentrismo no  les deja ver el mal que están haciendo a la sociedad al sembrar el odio entre sus seguidores.

Parece que la violencia bipartidista de antaño, es un chiste comparada con la violencia multipartidista e intolerante a la que asistimos hoy día y que desafortunadamente lo que deja en evidencia es la cruda evolución de la violencia en Colombia.

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