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La hora de la verdad
En nuestra región la situación es cada día más caótica cuando miles de venezolanos deambulan por las calles solicitando ayuda.
Viernes, 26 de Enero de 2018

¿Será mi intensidad innata de crearme películas? ¿Será la psicosis colectiva que está filtrándose en toda Colombia? ¿Será que somos muy alarmistas, que estamos vislumbrando panoramas muy oscuros para nuestro país? Son las inquietudes de todos y son válidas. 

Y dentro del contexto general de las condiciones socioeconómicas  imperantes  los colombianos nos sentimos amenazados por el proselitismo, la demagogia, el oportunismo de los candidatos que han enfilado sus esfuerzos para subyugar a la población flotante de migrantes y obtener estos votos. Unos votos que están siendo amarrados al ofrecimiento de prebendas y auxilios que ni son dados a los compatriotas.

En nuestra región la situación es cada día más caótica cuando miles de venezolanos deambulan por las calles solicitando ayuda, usurpando los espacios públicos de los parques, ocupando o ejerciendo trabajos que eran de los nacionales. Es el triste panorama que nos ha incrementado el régimen dictatorial de Maduro y que no se vislumbra vaya a modificarse.

La solidaridad esencial, las ayudas humanitarias también. En fin, todo lo que redunde en mitigar ese sufrimiento; ¿pero cuál es el trasfondo de esto?

¿El mecanismo maquiavélico de la política  está manejando este problema?

Es el momento de usar en forma útil  ese grueso número de compatriotas que han regresado, y de cedular a venezolanos para que ellos infinitamente agradecidos con este gobierno, que les tiende la mano, queden manipulados y matriculados en los grupos tradicionales de Colombia. Grupos que temen,  perder su hegemonía ante el hastío que tenemos la gran mayoría por sus representantes y  la concienciación de que se urge un cambio.

Y aquí viene la otra inquietud: que dicho cambio no implique el afianzamiento de personajes que aún con delitos de lesa humanidad optan por la presidencia. No. 

Es la oportunidad para expresar el inconformismo, de sacudir a esa clase dirigente que durante años ha ostentado el poder y que se perpetúa con los hijos, esposas, hermanos, sobrinos. En fin, es ahora o nunca. Darles la oportunidad a rostros nuevos, que han demostrado que puede existir la política en su verdadera expresión del arte de resolver los problemas en bien de toda la sociedad.

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