En la reciente Feria Internacional del Libro -Filbo-, de Bogotá, visitaba en su stand a un viejo y conocido librero que tiene su residencia al sur de la capital de la República, y que en silencio reconoce que es descendiente del aquel político colombiano del siglo XIX que por ladino apodaban “El abominable hombre de Las Nieves”, del barrio bogotano Las Nieves, desde luego.
Ese librero es muy conocido en Bogotá por su actividad y efectividad en buscar libros de segunda que hoy son prácticamente inconseguibles, pero, dándole tiempo, él se aparece con el encargo, y en su librería ubicada en un décimo piso he visto a un expresidente de la República y su esposa comprando o encargando “incunables”, como “El crimen del Capitolio”, de Sebastián Moreno Arango; y “El Parlamento en pijama”, de Pedro Juan Navarro.
Toda esta introducción para decir que en la visita al stand del citado librero apareció un señor cuarentón buscando biografías de políticos colombianos que hayan estado activos hasta 1990.
-¿Y por qué ese límite en el calendario, señor? -preguntó el librero.
Haga usted la comparación entre aquellos patriarcas -Alberto y Carlos Lleras, Alfonso Palacio Rudas, Darío Echandía, Hernando Agudelo Villa, Gilberto Alzate Avendaño, Hernán Jaramillo Ocampo, entre otros, y los protagonistas de la política colombiana con posterioridad a esa fecha: César Gaviria Trujillo, Ernesto Samper Pizano, Andrés Pastrana Arango, etc. De los primeros, algunos eran políticos de provincia, pero de mentalidad y pensamiento universal. Entre muchos otros, tal es el caso de Darío Echandía. ¡Qué bueno sería recoger las sentencias del socialdemócrata Darío Echandía como magistrado de la Corte Suprema de Justicia: una de constitucionalidad y dieciséis de casación! Todo un banquete de derecho público, derecho privado y filosofía del derecho.
Entre estos últimos el expresidente César Gaviria Trujillo, quien en 1990 inauguró una nueva etapa de la política colombiana, la que estamos viviendo, terminó su periodo presidencial con cierta aureola por hechos extraordinarios, como ser el sucesor del inmolado Luis Carlos Galán Sarmiento, la convocatoria de la Constituyente que redactó la Carta de 1991, el combate frontal al narcotráfico y la persecución a Pablo Emilio Escobar Gaviria, etc., pero el hecho de no retirarse a tiempo y estar hoy, 25 años después de terminado su periodo presidencial en política activa y cositera, ha hecho que esa gloria que lo acompañó al terminar su administración se haya extinguido y se tenga de él una imagen que no es la de un expresidente de la República sino la de un politiquero más. Su sucesor casi que no puede salir de Colombia y el sucesor de éste es un personaje light. En fin.
Por los lados de la izquierda se recuerda al exmagistrado Carlos Gaviria Díaz con su gran preparación académica. Basta con leer la antología de las sentencias en que fue ponente en los ocho años como magistrado de la primera Corte Constitucional colombiana, y otros textos suyos como “Temas de introducción al derecho” y “Mito o logos. Hacía la República de Platón”. Muchas cosas han influido para llegar donde estamos.
