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Miserias de nuestros tiempos
Las casas de pica, los asesinatos a la orden del día y casos aberrantes de ellos pone a pensar lo peor. 
Sábado, 15 de Junio de 2019

Buenaventura es el principal puerto marítimo de Colombia. Situada sobre el océano pacifico mueve el 60% de sus exportaciones. Su riqueza, su biodiversidad mueve hacia ella las miradas del mundo del turismo. Cualquiera creería que con todos estos alicientes gozaría del progreso y bienestar. Desgraciadamente sobre ella se dan todos los males que el narcotráfico puede engendrar. Las casas de pica, los asesinatos a la orden del día y casos aberrantes de ellos pone a pensar lo peor. La muerte de una niña de diez años a manos de su tío en una de esas barriadas miserables pareciese mostrar la inmundicia del hombre. Su violación sexual, el camino torcido de un goce que muestra radicalmente hasta donde ha llegado la pobreza de Buenaventura a pesar de ser tan rica. 

-II- Quien sabe cómo una profesora chocoana llegó a Bogotá y nombrada profesora en un colegio de Soacha. No fue del agrado de una señora residente allí el nombramiento y mucho menos el trato académico, que, según ella, daba a su hija. Le llega al colegio la ataca y si no es por los profesores y los alumnos, quien sabe que hubiera pasado. Más grave que esto es sacarle en cara el ser negra, el ser del Choco, estar donde no debía estar. Una muestra de racismo que para infortunio es algo común y corriente. Quizá la agresora era tan negra como la otra. No entendía que solo existe una sola raza, la raza humana. El color es secundario. No define al hombre en su esencia.

-III-La ambulancia debe llevar a un paciente a otro hospital. Se exige el pago del peaje. Como no se tiene los nueve mil pesos que valen se obstaculiza por el empleado el continuar. Mientras tanto ha trascurrido un tiempo valioso en la salud del paciente crítico. Entonces se pregunta cualquier persona, ¿cómo sale del hospital la ambulancia sin entregarle al conductor el valor del gravamen? ¿Por qué las personas que estaban en el sitio no colaboraron para recogerlo? ¿Porque el empleado del peaje no tiene la pequeña imaginación para pensar que primero está la salud y después unos pesos? Múltiples respuestas pueden darse a estos interrogantes de miseria. Lo cierto es que estos hechos muestran los precipicios morales, a los que está llegando el hombre colombiano.

Usando un término coloquial debe decirse que el colombiano va de cola para el estanco. Su degradación es casi total. Estos ejemplos son unos pocos en el sin número de los que ocurren diariamente. La pobreza moral es evidente. Ahora solo está detenido en lo que le causa placer, le excita sus sentidos, dejando a un lado lo que debería ser su mundo moral. El mundo moral es hijo del mundo social debiéndose concluir que la sociedad está enferma, que su producto esta envenenado. Tiempos aciagos le esperan. No hay otra la conclusión. Se llega al fondo del precipicio. Como el filósofo mexicano hay que decir “¿ahora quién podrá salvarnos?”

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