Hoy es víspera de Navidad y a estas alturas muchas personas ya están ubicadas donde han querido pasar esta fecha especial para determinado y considerable sector de la población: unos llegan a la ciudad y otros se van; otros, cuando la pareja tiene sus padres en otra ciudad, como es mi caso, nos dividimos las dos fechas de fin de año -Navidad y Año nuevo- para compartir con las respectivas familias, máxime, cuando hay armonía, comprensión y cariño entre las mismas. Sencillamente, es lo que indica el sentido común.

 Esa es la razón por la que hoy estoy en Bucaramanga, departiendo alegremente con familiares, amigos y esperando la Navidad. En los días previos a la festividad aprovecho para hacer un recorrido por el centro histórico de la ciudad, por el Paseo del Comercio donde propios y extraños disfrutan los “agáchate” con las novedades bibliográficas, sin importar que sean ediciones “decomisables” por las autoridades.

 Me acerco a un quiosco de venta de periódicos y revistas, contiguo al extinto Hotel Bucarica, hoy propiedad de la UIS, donde me llama poderosamente la atención un folleto titulado “Acontecimientos históricos de Colombia y la futura paz del siglo XXI”, donde esperaba encontrar un análisis desapasionado y objetivo sobre el tema, por lo menos de lo que anuncia la segunda parte del título: la futura del siglo XXI. Es un ensayo de 43 páginas. Decepción total, porque es un ensayo parcializado escrito por un mamerto de tuerca y tornillo, que repite el mismo discurso de la Guerra Fría, situación superada hace cera de tres décadas.

 Superado el anterior fiasco, y por el vicio de querer estar informado, procedo a comprar los periódicos nacionales y locales, porque es domingo y en mi presupuesto tengo un rubro para ello. Al iniciar la lectura advierto fácilmente que el protagonista en Colombia de este final de año es la ciudad de Barranquilla y de ello hace eco la prensa. Todo en el mes de diciembre.

 Primero, porque el pasado 5 de diciembre cumplió el primer centenario de su fundación en la ciudad de Barranquilla la Sociedad Colombo-Alemana de Transportes Aéreos -SCADTA-, hoy Avianca, que ha cambiado varias veces su nombre pero conserva el acrónimo Avianca. A propósito, y a manera de anécdota, alguna vez me sumergí en la exploración del archivo del Concejo de Convención y en un archivo de los años veinte, del siglo XX, encuentro un oficio que los dirigentes políticos de la época le envían a los directivos de Scadta para que establezcan una ruta por Convención. Les contestaron muy diplomáticamente en el sentido que la aerolínea era muy reciente y no habían pensado en esa expansión. Yo no sé en qué cerro pensaban construir el aeropuerto estos paisanos míos. Ambiciosos e ilusos, eso está bien.

 El otro punto a favor de la antigua ciudad Arenosa es la inauguración del Puente Pumarejo que, es verdad, no sólo une a los departamentos Atlántico y Magdalena sino al Caribe colombiano con el resto del país. Ni para qué hablar de la Avenida del Río y el Malecón Turístico.

Disculpará el lector estos dislates de hoy, pero dejemos a un lado la politiquería y regodeémonos con otros temas. Feliz Navidad a todos los lectores.