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Pablo Emilio Ramírez Calderón
Opinaba con vehemencia, con carácter, concediendo al contradictor los derechos que debía tener en el debate.
Sábado, 2 de Febrero de 2019

Apesadumbra la muerte del doctor Pablo Emilio Ramírez Calderón. No obstante  su petición postrera que sus exequias transcurrieran  con  sencillez como fue su vida, es deber ciudadano evocar la figura de quien adorno la sociedad de San José de Cúcuta  con su inteligencia, con su personalidad aquilatada, y ante todo con un comportamiento ético que sirve de ejemplo a sus contemporáneos y a las generaciones que por venir. Venido de una familia ejemplar hizo de su profesión de médico,  baluarte de sus principios para ejercerla con criterio de beneficencia y ayuda al prójimo. La ejercía con austeridad  pero eso sí con sus conocimientos aprendidos en la Universidad Nacional y en el diario discurrir del oficio.

Puede decirse que los dineros que pudo tener los adquirió con su trabajo y sin valerse de los pesares de la necesidad ajena. El paciente fue el centro de su actividad que transmitió a sus hijos, y demás familiares, médicos que hoy también en clínicas y hospitales con sencillez y conocimientos buscan ayudar a superar el dolor del prójimo. 

Fue un liberal ajeno a los sectarismos.  Comprendió que allí podía ejercer la libertad. Opinaba con vehemencia, con carácter, concediendo al contradictor los derechos que debía tener en el debate. Emprendió diversas tareas que saco adelante y en la última que se le conoció, fundar un periódico  del que salieron varios ejemplares que reflejaban el ideario de su pensamiento. 

Siempre su pasión fue el ejercicio de la medicina que enseñó a sus hijos con la preocupación que el hospital Erasmo Meoz fuera   lugar abierto a la ciencia, al estudio, y a la curación de los semejantes. Siempre hizo énfasis en esto. Quizá el que actualmente lo rige, doctor Agustín Ramírez Montoya,  expresa en su conducta fuera de toda sospecha, lo que quiso Pablo Emilio. Por ésto el mejor homenaje que se le puede hacer es engrandecer el hospital y alejarlo de intrigas que ahora quieren ensombrecerlo.

El viaje del doctor Pablo Emilio Ramírez Calderón ha terminado. Su vida eterna será ahora en el Cementerio Central de Cúcuta lugar donde mora la ciudad de ayer con sus grandes capitanes que la amaron. Sus padres le dieron la bienvenida.  Como lo extrañan los que le sobreviven en éste San José de Cúcuta de siempre y para siempre.

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