Seguí juiciosamente el desarrollo del paro el pasado jueves 21, paro que desde mucho antes del día fijado para su desarrollo trató de dársele otra connotación, como una simple marcha de descontento, o jornada de protesta como lo definió en su convocatoria un comunicado de un sector de la rama judicial. No hay lugar a dudas que lo que se convocó fue un paro nacional. Da la impresión que lo de “marcha”, denominación que fue combatida por redes sociales, fue una forma de restarle importancia al paro, y lo de “jornada” fue una forma de sumarse a una convocatoria citada para un determinado día y con pretensiones precisas y válidas. Cosas de filólogos, lingüistas y semantistas. ¡Qué sé yo! Lo claro es que fue un paro nacional.
En varios medios de comunicación, hablados y escritos, se trajo a colación el famoso paro nacional del 14 de septiembre de 1977, durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, calificándolo de “Último paro verdadero”. Indudablemente las condiciones históricas son diferentes. Recuerdo que en los días posteriores al citado paro nacional una conocida revista -que conservé hasta hace algunos años- le dio un gran despliegue a los hechos sucedidos en el desarrollo del mismo. Comparado a lo acontecido en el paro del pasado jueves indudablemente lo de 1977 fue trágico, porque hubo pérdida de muchas vidas humanas y provocó que en el período presidencial siguiente, el de Turbay Ayala, se expidiera el famoso Estatuto de seguridad que hoy muchas personas añoran
Si de hechos llamativos del paro del jueves 21 hemos de hablar, llama poderosamente la atención algunos que eran impensables hace apenas algunos años. Primero, un letrero de más de 15 metros de largo que los estudiantes colgaron en uno de los edificios de la Universidad de Los Andes donde expresaban apoyo irrestricto al paro del 21 de noviembre: “Contra Duque y la Ocde. 21N. Paro nacional”. Llama la atención que en un centro de pensamiento donde se ofertan estudios de ciencias políticas, derecho, economía, etc., no hubieran estudiado y analizado qué diablos era la OCDE para orientar al presidente Juan Manuel Santos, quien fue el que nos metió en ese lío. Digo “lío” si tenemos en cuenta los reparos que hoy se le hacen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que supuestamente diseña políticas para un mejor vivir.
Otro hecho llamativo fue que estudiantes javerianos marcharan, se supone que contra el gobierno, aunque es válida la afirmación de un estudiante javeriano: “Nosotros pagamos un alto costo por nuestros estudios y por eso hay que defender la educación pública de calidad”.
