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Poca sensibilidad de los colegios en pandemia
Los colegios solo están preocupados por sus ingresos, no por sus alumnos que son el deber ser de su existencia.
Viernes, 2 de Octubre de 2020

En medio de la crisis económica producto de la pandemia generada por la COVID-19, el tema central de discusión después de las cifras de contagiados y muertos, es la gran recesión producto de la parálisis de la economía por las medidas de prevención adoptadas en los protocolos internacionales. El confinamiento social obligatorio, dejó cesantes a muchas personas y terminó cerrando negocios y empresas a todo nivel.

Las pérdidas en vidas y económicas son incalculables y hoy, cuando suenan vientos de rebrote, pareciera que se acerca un segundo coletazo del que es mejor estar atentos para evitar ser parte de las estadísticas fatales. Ya superamos lo más duro, no podemos bajar la guardia y perder la partida en el último minuto.

Pero mientras todos se centran en la situación económica que aqueja a tantos hogares, existe un tema subrepticio al que pocos le prestan atención y que ha sido manejado de la peor forma por parte del sector público y privado, la educación de nuestros hijos. Los colegios solo están preocupados por sus ingresos, no por sus alumnos que son el deber ser de su existencia.

Tenemos una generación seriamente afectada desde el punto sicológico con esta pandemia, a la que sin consultarles les tocó acostumbrarse a la  fuerza al modelo que cada colegio le impuso.  Algunos colegios hacen madrugar a sus alumnos para iniciar clase como si estuvieran en clase presencial y hasta exigen que se presenten con uniforme ante las cámaras. Otros en cambio ni se preocupan por saber si el interlocutor válido, o sea el alumno, está o no al otro lado del computador.

Niños inseguros detrás de las cámaras, con sueño o desmotivados, deben cada día cumplir con la rutina de pararse frente a un computador a escuchar las largas y tediosas clases de profesores que no fueron capaces de diseñar mejores modelos educativos o utilizar la gama de herramientas informáticas para hacer amena y divertida esta difícil etapa.

Los profesores siguieron con el mismo método, solo que desde la comodidad de sus casas y sacando notas a diestra y siniestra para cumplir con el modelo acostumbrado y por supuesto, rajando a los alumnos de manera inmisericorde, sin saber cómo se sienten ellos o por qué algunos que antes eran buenos, ahora su promedio histórico se ve desmejorado sustancialmente. Un buen docente debería preguntarse: ¿por qué este alumno que siempre era bueno, ahora  no lo es? Esto debería darle una idea somera de la grave afectación sicológica de los muchachos, que empiezan a reventarse frente al tedioso y mal asumido sistema tradicional de educación ahora remoto.

Lo cierto es que el año 2020 va cerrando y quedará para la historia como un año irregular, por eso debemos apoyar a nuestros hijos y entender que aunque a veces no se quejen y padezcan en silencio, ellos también han tenido que aportar una gran cuota de sacrificio, que debió hacérseles más llevadera por las instituciones educativas, las cuales lastimosamente no comprendieron el gran rol que debían ejercer. Le faltó solidaridad a los colegios con sus alumnos, no con descuentos en sus pensiones que era apenas lógico, por el ahorro en consumos de servicios públicos entre muchos otros, sino en facilitar el proceso de adaptabilidad al nuevo modelo educativo de sus estudiantes. Qué poca sensibilidad de los colegios en pandemia.

 

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