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Poner la totumita
A la entrada de la catedral y de las otras iglesias se ven personas pidiendo limosna.
Martes, 14 de Noviembre de 2017

La expresión no es mía, sino de un amigo que dice que en ocasiones es necesario poner la totumita para que los demás le echen alguna ayuda. Hace referencia a la latica o totumita que algunos ciegos extienden para que les den limosna. Pero sucede que no siempre los ciegos son ciegos y a través de sus gafas oscuras ven el billetico o la moneda con que el prójimo les ayuda.

Esto de poner la totumita lo hace todo el mundo aunque no tenga necesidades. A la entrada de la catedral y de las otras iglesias se ven personas pidiendo limosna, y dicen las malas lenguas que muchos de ellos lo hacen por profesión y no por necesidad, ya que les va muy bien en el recaudo.

Los curas en las misas pasan la totumita recogiendo la ofrenda que antes llamaban limosna y dicen que la alcancía se les llena. Los pastores evangélicos tienen fama por la sagacidad con que les sacan del bolsillo los diezmos a sus fieles. Sin embargo, me consta que hay pastores honestos que no usan dichos menesteres. Los musulmanes también apelan a la totumita para recaudar el zakat (una especie de diezmo).

Ahora que estamos invadidos de venezolanos, son ellos los que ponen la totumita para recibir ayuda de las personas de buen corazón, pero no todos les brindan su colaboración, algunos por tacañería y otros por falta de solidaridad. 

Desafortunadamente no todos los que ponen la totumita lo hacen porque necesitan ayuda. Por ejemplo los parlamentarios le ponen la totumita al presidente Santos, cada vez que lo quieren chantajear para aprobarle algún proyecto en el congreso. Y Santos, generoso con los dineros que no son suyos sino de todos los colombianos, les llena la totumita, que ya no es totumita sino totuma y totumota. Eso es lo que llaman la mermelada.

Otros gobernantes cuando ordenan trabajos y cuando otorgan licitaciones, les pasan la totumita a los contratistas para que les den el porcentaje que les corresponde. Todo lo hacen por debajo de la mesa, pero la gente sabe que lo hacen. 

Hay también instituciones que deben poner la totumita para poder subsistir. La Academia de Historia de Norte de Santander,  una institución sin ánimo de lucro cuya finalidad es preservar y difundir nuestra historia, a través de conferencias, publicaciones, talleres y celebraciones, le pone la totumita al alcalde, pero éste muchas veces se hace el de la vista gorda, a pesar de que hay un acuerdo municipal que en alguna época hizo aprobar el académico y entonces concejal Pablo Emilio Ramírez Calderón. Archivos de Cúcuta y del Ferrocarril reposan en la Academia y ésta los preserva y los mantiene para bien de la historia y de la ciudad. El acuerdo dice que a cambio todos los años el municipio debe darle una contribución económica. Algunos alcaldes lo han cumplido pero otros se desentienden y no cumplen el mandato del Concejo. Lo mismo sucede con la gobernación del departamento. La Academia fue creada por ordenanza de la Asamblea y en ella se compromete a financiar el mantenimiento de la Academia, pero los gobernadores miran para otro lado y desobedecen el mandato ordenanzal. 

Dicen los conocedores de los intríngulis del gobierno que como la Academia no produce votos porque es una entidad netamente cultural, por eso no merece la atención de los gobernantes y de los políticos. Cierto o no, la verdad es que la Academia de Historia de Norte de Santander, patrimonio de todos los nortesantandereanos, debe saltar matones para sus gastos de funcionamiento y para mantener sanos y salvos los documentos que allí reposan. 

Ahora en estos meses en que el Concejo y la Asamblea estudian los proyectos de presupuesto para el año entrante es el momento de que incluyan partidas para que la Academia no desfallezca por falta de recursos. Esa es la totumita que la Academia les está pasando a nuestros gobernantes. Ojalá la vean y la llenen.

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