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Columnistas
Recital poético
Cuando llegó mi turno aclaré que era lector y no autor de poemas. 
Lunes, 27 de Agosto de 2018

Al doctor Gustavo Gómez Ardila, actual secretario de la Academia de Historia de Norte de Santander, se le ocurrió la feliz idea de celebrar el viernes 17 de agosto una “tenida” poética en las instalaciones de la corporación, sede centro, a la cual concurrieron a leer sus poemas vates avezados, propios y foráneos,  como don Cicerón Flórez Moya y Ciro Alfonso Pérez; y aficionados, como Guido Pérez Arévalo, José Antonio Amaya, Luis Eduardo Lobo Carvajalino, Pablo Chacón Medina, el sicólogo Jairo Clavijo Orozco y Álvaro Claro, entre otros. Desde luego que por la hora de la convocatoria faltaron otros bardos que han hecho público su culto a Bragi. No podía faltar el suscrito, aclarando que ni a la categoría de aficionado asomo.

El encuentro duró dos horas, donde cada quien leyó su producción y todos escuchamos con respeto la lectura de cada uno de los contertulios. Fueron dos horas de verdadero solaz escuchando la lectura de versos ya publicados, como los leídos por don Cicerón Flórez, y furtivos, como los de la mayoría de los presentes.

Cuando llegó mi turno aclaré que era lector y no autor de poemas. No obstante lo anterior, procedí a hacer una retrospectiva de la familia Caro y su vena poética, tan ligada a Ocaña, ilustrando el relato con poemas de cada uno de los mencionados. 

Francisco Javier Caro fue el primero de la familia en llegar a Colombia como secretario del virrey Flórez, a finales del siglo XVIII. Era un poeta festivo y aficionado a la sátira. A su hijo Antonio José Caro pronto se le despierta la vena poética, y el padre, asustado por la situación económica de la familia, le escribe una décima, donde le advierte: “No escribas versos, Antonio, / porque eres pobre y me aflijo; / no seas poeta, hijo.”. Y Antonio José responde que él tiene que ser poeta. Y lo fue. Y su hijo, José Eusebio Caro Ibáñez, también lo fue; y el hijo de José Eusebio Caro, don Miguel Antonio Caro, también lo fue; y el hijo de don Miguel Antonio Caro, don Víctor Caro Narváez, también lo fue. Don Víctor merece mención aparte, pero será en otra ocasión.

Al fallecer don Víctor, en 1944, prácticamente se extingue en Colombia la preeminencia política y literaria del apellido Caro, que no de la familia Caro, porque aún vemos descendientes de esta estirpe haciendo política por lo alto y con altura, como el exministro, exsenador y exprecandidato presidencial Rafael Pardo Rueda, quien es bisnieto del expresidente Miguel Antonio Caro y tataranieto del fundador del Partido Conservador, José Eusebio Caro.

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