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Retrospectiva poética
De Tirso Vélez me gusta su “Epitafio para José Antequera”.
Lunes, 15 de Abril de 2019

El pasado viernes 12 de abril me encontré en la Biblioteca Pública con el joven poeta cucuteño Saúl Gómez Mantilla, residenciado ahora en Bogotá y a quien no veía desde hace dos años, cuando en la Feria Internacional del Libro de 2017, me dio la oportunidad de leer públicamente, en el stand de Norte de Santander, varios de sus poemas a estudiantes de colegios.

Estuvo en Cúcuta de un día para otro, y al tener la fortuna de estar sentados en primera fila, junto a Hugo Vergel, gerente de la empresa Aguas Kpital Cúcuta, observé que Saúl tenía un bolso repleto de libros que contenía su más reciente publicación, donde hace de Compilador, titulado “Toda piedra alguna vez fue una estrella. 100 años de poesía en Norte de Santander”, ilustrado en la portada por Hugo Vergel con el bien logrado óleo sobre lienzo Jardín incandescente y patrocinado por la empresa Aguas Kpital Cúcuta. Como yo apoyo el talento regional y me gustan las promociones, compré el mío.

Alguna vez, cuando se disponía a hacer un listado de los personajes que asiduamente asistían al bar La Cueva, en Barranquilla, decía Alfonso Fuenmayor que “no es tarea fácil, y a pesar de que la sensatez sugiere que no se haga, lo intentaré”. Lo hizo, no sé si hubo disgustados, como sí le ocurrió a German Vargas Cantillo cuando hizo la propia y un excluido, famoso por cierto, reaccionó violentamente en un periódico. El mismo riesgo asumió Saúl Gómez al elaborar su listado, y de ellos muchos están vivitos, los he tratado y los veo por las calles de Cúcuta. A los activos en cargos públicos y a los pensionados los veo felices haciendo tertulia, y los que no, haciendo el esfuerzo de ganarse la vida con mayor dureza. A todos hay que reconocerles su trabajo:

-¿Cómo no? -Contestaba con energía el doctor Pablo Emilio Ramírez Calderón.

Entre los incluidos por Saúl conocí o conozco de trato, vista y comunicación a José Luis Villamizar Melo, en la biblioteca de su residencia, junto con Jorge Meléndez Sánchez; a David Bonells Rovira, tanto en sus funciones gubernamentales como en las delicias de la pensión; a Ciro Alfonso Pérez, con quien mantengo una estrecha amistad; con Oscar Schoonewolff Romero, quien se me pierde por tiempo y luego “resucita”, en fin, que me perdonen los que no menciono.

Me llama la atención Teodoro Gutiérrez Calderón, de quien algún día habrá que decir realmente cuál era su lugar y fecha de nacimiento y por qué razón se fue definitiva y rabiosamente de Cúcuta. Observo poetas ocañeros y en otra ocasión habrá que ampliar el ramillete a vates del resto de la provincia de Ocaña y las otras. De Tirso Vélez me gusta su “Epitafio para José Antequera”, que me recuerda antigua, activa y superada militancia política al lado de Antequera, en las universidades Libre y Atlántico, en Barranquilla. Felicitaciones a Saúl por estos momentos de solaz que nos proporciona con esta retrospectiva poética. 

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