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Teoría de ciudades
La ciencia de la complejidad aplicada específicamente a sistemas urbanos.
Viernes, 23 de Agosto de 2019

“Los estudios han mostrado que hablar de comparar riqueza entre países no tiene sentido; hay que comparar la riqueza entre ciudades metropolitanas técnicamente definidas (no las divisiones políticas)”, dijo el conferencista, un estudiante colombiano de postdoctorado en Harvard, conferencia a la cual asistí. Las áreas metropolitanas se definen técnicamente, grosso modo, como áreas urbanas contiguas, que intercambian bienes y personas. “El problema es que aún no tenemos la teoría correcta sobre el desarrollo de las ciudades”, prosiguió. “Ese es el reto hacia el futuro”, concluyó, “esta mirada compleja al desarrollo urbano es un campo en pleno desarrollo inicial”.

¿Por qué vino ese cambio en la forma de estudiar las ciudades? Podríamos decir que es la fuerza de la convergencia; lo que vemos actualmente a nivel científico y técnico es la convergencia de las disciplinas, impulsada por el desarrollo de los sistemas de información, tanto en su capacidad de análisis ampliada exponencialmente por la inteligencia artificial, como en la rapidez de procesamiento de datos. Todo esto ha permitido modelar matemáticamente sistemas complejos, lo que hasta hace dos décadas, era prácticamente imposible.  La ciencia de la complejidad aplicada específicamente a sistemas urbanos, surge cuando se pasa del análisis de sistemas lineales a sistemas complejos (sistemas de muchas variables que se retroalimentan), dinámicos (sistemas que cambian en el tiempo), auto-organizantes u orgánicos (sistemas que tienen desarrollo propio), no lineales (sistemas donde causa y efecto se retroalimentan) y, abiertos (sistemas que intercambian energía, información y productos con su ambiente circundante). No había las herramientas técnicas para su estudio, pero conceptualmente ya se sabía que la mayoría de los sistemas naturales eran de tipo complejo: el clima, el ciclo hidrológico, el desarrollo de las especies animales, la economía, y un largo etcétera.

Pues bien, con este desarrollo de los sistemas de información, uno de los campos que empezó a florecer fue la aplicación de principios físicos a los sistemas sociales, en particular la aplicación de principios de termodinámica. De ahí surgen nuevos términos como econofísica o sociofísica. Estos desarrollos están destruyendo el dogma que aún se mantiene, que los seres humanos son tan únicos que no se pueden buscar tendencias cuando se analizan agrupaciones humanas; el error es creer que las masas solo son la suma de individuos, y que estudiando al individuo se entiende la masa, como aún lo hace la economía “política”, con su principio rector, no probado, de la racionalidad económica de las personas. Pues bien, lo que se ha podido observar es que los humanos en masa, actuamos igual que una bandada de pájaros, una colonia de hormigas o un cultivo de amebas, y que de esa interactuación entre los individuos “emergen” características que no se ven en el tipo individual. Por eso ahora se estudian las ciudades como elementos en sí mismos, y las características emergentes de sus relaciones internas, y no como una persona multiplicada ene (n) veces. Para muchos, decir que los seres humanos, actúan en grupo como el resto de la naturaleza, es casi ofensivo y les gustaría más seguir planificando las ciudades desde la visión estética de la arquitectura.

Esta nueva ciencia que se caracteriza por su integralidad nos enfrenta a modelitos de cartilla de planificación estática, con impacto en la captura del estado, y nos muestra que la planificación del territorio es una actividad permanente, técnica, que requiere grandes volúmenes de información, y claridad conceptual en lo que la ciudad debe ser. Y que es una actividad que se desarrolla, como académicamente se llama en inglés down-top; es decir la planeación urbana debe ir de lo local a lo nacional, y no al revés como en Colombia. Y es una decisión política (en el buen término de la palabra), pues hay dos extremos de ciudad: la ciudad gris, tipo soviético, de estructuras faraónicas no funcionales decretadas por el estado, o ciudades anárquicas, con planeación cero, donde todo el mundo hace lo que quiere. Si no me creen, vean como la pauperización política de Venezuela se ha convertido en pauperización urbana. Nadie puede decir cómo va a ser en el futuro mi ciudad: es un sistema auto-organizante y dinámico. Pero podemos escoger entre alguna forma de uniformidad estatal, propia de los sistemas político-económico estatistas, o el “desorden funcional”, que implica planificación concertada, de las ciudades donde el ciudadano puede autodefinirse. 

Mi ciudad debe ser mi gran preocupación; por eso estas elecciones son más importantes que las de presidente, y están más contaminadas de corrupción. U orientamos como ciudadanos organizados la ciudad que queremos, o seguiremos padeciendo las ciudades que tenemos, capturadas por todo tipo de mafias: del transporte, de la salud, de la educación, y un largo etcétera. Para planificar una ciudad, honradez supuesta, se requiere claridad conceptual, inteligencia y conocimiento, carácter y unidad de objetivos con la sociedad. Y voto limpio y control ciudadano del gobernante. 

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