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Yalitza en Vogue: ¿al final, interculturalidad o instrumentalización?
La portada de Vogue, una vez más, es una gran ocasión para descubrir el uso ideológico que se hace del concepto de interculturalidad. 
Viernes, 17 de Mayo de 2019

La Revista Vogue México y Latinoamérica es la versión latina de la edición estadounidense que se publica desde 1892. Desde su origen pretende reflejar la alta burguesía de Nueva York y, en palabras de la crítica Valeria Zavallo, “siempre estuvo ilustrada con la idea de representar visualmente los modos y costumbres de una clase social”. Vogue, además, guarda una fuerte relación con las principales revistas de moda a nivel mundial: Elle, Marie Claire, Telva y Woman: sus contenidos se nutren entre sí y su línea editorial ya hace parte de una corriente periodística llamada periodismo de servicio, esto es, el periodismo que solo busca una utilidad. 

El pasado diciembre la Revista Vogue dedicó su portada a Yalitza Aparicio: la protagonista de la película Roma. Diferentes diarios en todo el mundo resaltaron el hecho como un aporte a la interculturalidad,; un diálogo con los pueblos étnicos,; un rescate de los valores ancestrales en la escena de la moda mundial. También hubo voces racistas que criticaron a la actriz por su origen, sus características físicas y su estilo. Hasta ese momento, el impacto de la aparición de Yalitza en esa escena generaba dos tipos de reacciones: la de apoyo y reivindicación por la presencia de lo indígena, y la de posturas racistas que se mofaban de esa presencia en espacios principalmente ocupados por estéticas blancas y eurocéntricas. 

Sin embargo, no existieron muchos matices de gran importancia en el análisis. Uno de ellos, por ejemplo, fue el no haber tenido en cuenta qué significaba que se usara la interculturalidad (como discurso) para resaltar como algo positivo el hecho de que ella hubiera ocupado la portada de esa ocasión. La razón principal: cuando en América Latina se habla de interculturalidad, se hace en contexto de las históricas luchas que han librado los pueblos frente a los procesos de colonización. De allí que la interculturalidad sea en sí un proyecto ideológico; más que un discurso, una lógica; parte de una concepción dinámica de la cultura y el diálogo en la que no hay jerarquías entre los pueblos, pues ninguna relación cultural ha sido igualitaria… siempre una de las culturas terminó imponiéndose sobre la otra. 

Ahora bienAsí las cosas, la interculturalidad que realmente se enuncia en ese caso, la que se da habita en el hecho de que una mujer indígena haya hecho parte de una portada de Vogue, es la funcional.

Como lo apunta el escritor Fidel Tubino, la interculturalidad “se enraíza en el reconocimiento de la diversidad y la diferencia cultural con metas de inclusión social”. Hasta aquí, pareciera que dichos postulados interculturales se articularan de forma armónica y acorde a las necesidades de los pueblos que han experimentado históricas y sistemáticas desigualdades, pero no. Seguimos con Tubino: “… desde la perspectiva «liberal» busca promover el diálogo, la convivencia y la tolerancia, es decir, la interculturalidad es «funcional» al sistema. No toca las causas de la asimetría y la desigualdad social y cultural ni las cuestiona; por tanto, es compatible con el modelo neoliberal existente”.

Si volvemos al primer párrafo y dimensionamos lo que significa esta industria de la moda, entendemos que el discurso de interculturalidad que se usó se enmarca en esa instrumentalización. La interculturalidad que no apunta a viene a llamar un cambio real, se limita a ser funcional a un sistema que se ha encargado de oprimir a estos pueblos. Incluso, sirve como discurso para asimilar a los grupos minoritarios, pues, como se ha visto, a la misma Yalitza le han blanqueado el rostro en múltiples oportunidades para “enaltecer su belleza” (la última revista en hacerlo, “People en español” con su portada “La ola latina”). 

Las voces críticas frente a este tipo de hechos tienen que hacerse más fuertes. Los pueblos originarios han puesto mucho en esta lucha, y las grandes plataformas económicas se han encargado, además de perpetuar la opresión, de convertir estos discursos en plataformas para su crecimiento económico. La portada de Vogue, una vez más, es una gran ocasión para descubrir el uso ideológico que se hace del concepto de interculturalidad.

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