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¿Amnesia política?
Los políticos corruptos regresan siempre que necesitan de nuestros votos.
Martes, 27 de Septiembre de 2016

Así  como nos  destacamos,  nacional  e  internacionalmente, por  lo echados  pa` lante, alegres,  parranderos  y querendones, también   es  cierto que  cuando  jugamos de locales, demostramos  incultura  ciudadana, nos ponemos  de  ruana a  la  ciudad,  con  aquel  trillado  cuento  del otro  planeta.

Dentro de  ese  comportamiento  tan  extraño,  podríamos agregar  que,  como  nos  gusta  ir  en  contravía de  las  normas de  convivencia,  también  somos  algo  de  masoquistas.

Somos felices adulando a quienes poco o nada les debemos. Nos  ufanamos  de  ser conservadores y  seguidores de  los  mandatos  de  la  Madre  Iglesia.

Los  políticos corruptos regresan  siempre  que  necesitan  de  nuestros  votos, nos  ofrecen teleféricos y puentes en  los lugares sagrados , y ni los  castigos  divinos los  detienen.

Muy pocas  veces  tenemos visitas presidenciales,  pero  igual,  para  qué,  si  no  nos  deparan  absolutamente nada. De la  más  reciente,  todavía  esperamos  los  recursos que  se  comprometieron para  construir  la  urgente  vía  perimetral,  que pondría fin a  las  amenazas  constantes de  los  tractocamiones  que destruyen las  pocas  vías  de  la  ciudad,  y  que  causan accidentes  mortales.

De esa misma  visita, nos  mamaron  gallo con  la  plata prometida  para construir una  nueva  sede del  Sena,  en  los  antiguos  talleres del  Instituto Técnico  Industrial, y donde  funcionó la  estación  del  desaparecido  cable  aéreo.

La  fragilidad  de nuestra memoria, nos  obliga  a  olvidar o  a  omitir los  recuerdos del  hecho  violento que  más ha  marcado  al  País,  y que  todavía nos  estigmatiza,  cuando la  televisión nacional o  mundial  quieren  ilustrar la  nefasta  época  de  los  falsos positivos.

Las  imágenes  desgarradoras  de  las madres que  lloraban sobre  los  despojos de  sus  hijos,  quienes no  salieron de  Soacha  a  coger  café, sino  que llegaron,  engañados, para  morir y ser sepultados  en una  fosa  común, en  un  cementerio familiar de una  vereda localizada, paradójicamente, cerca  del  campus  de  la  UFPSO.

Y a  propósito de  las  falsas promesas,  ellas  se  hicieron en  el  polideportivo de  la  U, adornadas con  las  evocaciones  de  las heroínas  locales,  las  famosas,  y  al  parecer, seductoras  Ibáñez.

Como ese  recurso  proselitista le  ha  dado  a  su  gestor muy  buenos  réditos  electoreros, es muy  probable que  el  lunes venidero nos  enteremos del  triunfo  del  Nó,  para  que demostremos  que  somos desmemoriados, tercos y  masoquistas.

A los “ganadores” del  plebiscito hay que  preguntarles  dónde  residían durante  la  época  aciaga de  la  violencia, cuando los  grupos de  extrema  izquierda  y  derecha convirtieron a Ocaña en  un  escenario  de  sangre  y llanto.

Ojalá que sus  hijos  y  nietos algún  no  les  reclamen la  oportunidad de  una  Colombia mejor,  en  paz y  progreso, que sus padres  y  abuelos les  negaron por  simple sectarismo o  por  ignorancia, por  creer en  las  mentiras de  los  que  se  lucran  de  la  guerra.

No tendría nada  de  raro que  las  respuestas sean  apoyadas  en presuntos   problemas síquicos… en  la  amnesia política. 

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