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Como conseguir el colegio ideal
Donde entiendan que si bien es importante aprender el inglés, es más importante aprender a hablar el idioma de la verdad.
Sábado, 30 de Enero de 2016

Hace ya algún tiempo o mejor, hace algunos meses, me encontraba en una de las agencias de Bancolombia, haciendo fila para hacer un retiro.

Detrás mío, y tal vez con el mismo propósito, dos señoras jóvenes, elegantemente vestidas, hacían lo mismo.

Durante el tiempo de espera para llegar al cajero, tuve la oportunidad de oír la más arribista conversación, que jamás mis oídos habían escuchado, sobre el dificilísimo problema de encontrar el colegio adecuado, para la niña de una de ellas.

-Te tengo la solución –le dijo la otra, observando, con mirada elitista, la hora del fino reloj de oro que llevaba puesto. –El colegio preciso para la niña es el verde, porque tiene unas preciosas canchas de tenis, donde las preparan para ser campeonas desde corta edad.

-El problema es que la nena nació con un soplo en el corazón y le está prohibido hacer ejercicios fuertes-. Entonces, ya sé cuál es el indicado –exclamó con la seguridad de un Juez, la ocasional consejera -. El colegio azul, porque realiza anualmente dos excursiones. Una en julio, a los Estados Unidos y otra en noviembre, a Europa.

Así tu niña aprenderá desde ahora, a recorrer el mundo.

-El asunto es que la niña no puede montar en avión, porque, por el mismo motivo, le están prohibidas las altas presiones atmosféricas -. Ya sé cuál puede ser el preciso, le insistió su amiga -.

O el colegio amarillo, porque allí podrá codearse con la selecta crema de la sociedad, o el colegio blanco, que desde pronta edad les enseña a conjugar los verbos en inglés, o el colegio rosado, que tiene los buses más lujosos y cómodos de toda la población escolar.

Esta es la hora en que no sé a qué colegio haya ido a parar la hija de aquella encopetada señora, que por su indumentaria y acento, al igual que su compañera, parecían pertenecer a la capital del Valle del Cauca, y estar de paso por esta ciudad.

Lo cierto es que ahora, pensando en el dialogo entre las dos señores, he llegado a la conclusión de que el colegio que más habría de convenirles, es aquel donde a los niños les enseñen que el temor de Dios, es más importante que el color del césped de las canchas de tenis, o el color de los uniformes de jugar, o el de las marcas de las diferentes raquetas.

Donde entiendan que si bien es importante aprender el inglés, es más importante aprender a hablar el idioma de la verdad, así su clara y transparente pronunciación, los lleve a perder la visa de otros espacios idiomáticos.

Poco debería importar si el plástico para forrar los cuadernos, fuera importado de París o traído de New York. Lo importante es que los niños comprendan que la familia es, junto al sancocho de los sábados y los huevos revueltos del domingo, lo más grande y agradable que existe. Que el dolor y las angustias ajenas, deberán ser siempre elemento esencial de nuestra solidaridad. Que el corazón es una hermosa campana, que siempre habrá de sonar, con altísima tonalidad, si la estimulamos con las palpitaciones de la más profunda unidad familiar.

No se porqué, al recordar a la joven madre de la niña que conocí en Bancolombia, pensé que se trataba de la esposa de uno de los más perversos y enconados acusadores del primer magistrado, en su campaña reeleccionista. Uno de apellido triunfalista, natural del Valle del Cauca. El parecido de la mujer, con la que apareció en televisión, castañuelas en mano, zapateando un aire flamenco en una fiesta familiar, donde el señor Presidente fue invitado de honor, me hizo suponer que era la misma.

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