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Como vamos, vamos peor
La situación es gravísima, pero la indolencia es peor.
Viernes, 15 de Abril de 2016

Cada vez que abordo este tema en esta columna, la sensación es de impotencia, frustración y desilusión respecto al presente y al futuro de nuestra ciudad y región. No es pesimismo, sino realidad, pues esta golpea de frente con sus cifras y su contundencia, y lo peor es que ni desde la dirigencia local ni desde el Gobierno Nacional, donde hay tantos burócratas de nuestra región en cargos influyentes, se ha hecho nada para afrontar los problemas acuciantes que asfixian día a día a sus pobladores.

La situación es gravísima, pero la indolencia es peor. El empobrecimiento de los ciudadanos, el desempleo, la informalidad, el constreñimiento de la clase media, franja cada vez más estrecha por la pérdida de su capacidad adquisitiva, los pésimos niveles educativos de nuestra juventud, el descaro en el saqueo de los recursos públicos, la falta de compromiso de unos dirigentes anteriores y nuevos, que no les cabe en la cabeza, ni los problemas ni las soluciones, para lo cual fueron elegidos; dibuja un panorama negro y de mayor profundización de los conflictos sociales.

Da grima observar que ni desde la Gobernación ni desde la Alcaldía despega ninguna idea, proyecto o política administrativa o gerencial que tenga repercusión en el mejoramiento del empleo, de la inversión pública o privada o, de al menos, mostrar planes reales en los cuales invertir recursos ya disponibles que se van a perder por negligencia. No es gratuito que desde instancias nacionales permanentemente a nuestros dirigentes les llamen la atención para que presenten proyectos viables para invertir en el mejoramiento de la calidad de vida de sus gobernados, y solo se limiten a mostrar babosadas que reflejan una pobreza mental indigna de sus cargos.

Basta ver el ejemplo del deterioro del puente Ospina Pérez sobre el rio Zulia, que da paso a una vía fundamental para la región como es la salida al mar por Ocaña. ¿Dónde estaban el gobernador anterior, los alcaldes de Cúcuta y el Zulia, que nunca vieron o no quisieron ver el abandono de una obra de más de sesenta años de construida? Hasta que se volvió un cuello de botella, un tapón insalvable para los miles de vehículos que transitan por una vía en franca recuperación en todos sus tramos, dirigentes y pelagatos salieron a prender las alarmas y a pedir a gritos ayuda urgente del gobierno nacional para medio maquillar la obra y que no termine colapsando. Mientras tanto en todos los años de esas administraciones, ningún secretario de Infraestructura se le ocurrió presentar un proyecto para un nuevo puente, una ampliación o lo que sea que funcione mejor en este caso. Este, entre muchos ejemplos, demuestra categóricamente que nuestros políticos llegan a sus cargos sin la menor preparación para ocuparlos, y con o
tros objetivos, diferentes al servicio público honesto y eficaz.

Y así sucesivamente se siguen acumulando los problemas y la ausencia de soluciones, estas administraciones no despegan, no dejan entrever nada nuevo, por el contrario la agudización de los fenómenos negativos es cada vez peor. Basta pasear por cualquier vía de la ciudad, todas se volvieron parqueaderos públicos, el espacio de transito de los vehículos es un solo carril, incluso en avenidas amplias como la Primera. Nuestro incivismo y la ausencia de autoridad y ley hacen un matrimonio nefasto para la movilidad de la ciudad, pero el silencio o las declaraciones insulsas de los funcionarios encargados dan rabia por lo inútiles e irresponsables.

Eso sí, lo único que muestra prosperidad y enriquecimiento es la cultura de la criminalidad, en todas sus formas y expresiones. Como vamos, vamos hacia el abismo.

 

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