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De la corrupción y otros demonios
No se crean estos funcionarios y este gobierno que la gente traga entero tanto despilfarro y robo descarado.
Viernes, 12 de Febrero de 2016

Desayuno: paz, almuerzo: paz, cena: paz, mueren niños guajiros por desnutrición: paz, Reficar: paz, aumenta en un 40% los cultivos de coca en el país: paz, seguimos siendo el mismo país más desigual y con menos movilidad social de Latinoamérica: paz, el gobierno anda con una voracidad agresiva gravando de impuestos como el de los automóviles a los colombianos: paz, se avecina una crisis sin precedentes en la producción de alimentos por el Niño: paz.

La realidad monda y lironda de los colombianos está desbordando la paciencia y el entendimiento de los colombianos, que solo ven en este gobierno la misma respuesta obsesiva, descarada e indolente de que lo único importante es el tema de la paz con los Farc como si esto automáticamente y de manera mágica solucionara los problemas reales que aquejan a la gente.

Todo lo contrario, los signos evidentes de la corrupción desbocada cada día asaltan los titulares de los periódicos con escándalos que no conmueven a las autoridades judiciales ni para referirse a ellos, pero la vena rota de la perdida de los recursos públicos es incesante, con cifras que sobrepasan el entendimiento como los 4 mil millones de dólares de sobrecostos en la Refinería de Cartagena.

¿Donde habita el Fiscal general de la Nación que está presto a acusar a cuanto uribista le parezca delincuente, pero a los verdaderos ladrones de los recursos públicos los apaña con una venalidad ofensiva, así como lo ha hecho toda su gestión con los terroristas y narcotraficantes de las Farc?

No se crean estos funcionarios y este gobierno que la gente traga entero tanto despilfarro y robo descarado, cuando ningún funcionario se conmueve por las muertes de niños Wayu en la Guajira por falta de agua y alimentos, pero ni se inmutan que en Reficar contratos que se suscribieron por veinte millones terminaron pagándose por 8 mil millones.

Como decían las abuelas, esto lo castiga Dios. ¿Cuantas raciones de alimentos y de agua se hubieran podido enviar a esas comunidades para paliar el hambre y la sed con esos 8 mil millones?

Eso sí, en un acto de prestidigitación con presencia de ministros, fiscales, directores y toda esa partida de burócratas ineficientes, se aprueba dizque el plan para la “Moralidad”, y de paso el jefe de
Estado aprieta la cuña después de tener por cinco años los famosos contraticos de Reficar aprobándolos, declarando nada más y nada menos que la culpa es del gobierno anterior.

Como dijo Mauricio Vargas, nos siguen viendo “la cara de pendejos” a los colombianos, Santos lo único que hace con estas salidas irresponsables y ofensivas a la inteligencia de los ciudadanos es perder credibilidad, aparecer como un presidente venal con los bandidos de su propio gobierno que expolian los recursos del Estado sin ningún pudor.

Con qué cara pretende entonces presentar una nueva reforma tributaria para expoliar aún más el bolsillo de los ciudadanos, si al interior de su gobierno auspicia la corrupción, la contratación indebida, la mermelada y todos los demonios que desangran el patrimonio de los colombianos. Con qué ánimo un ciudadano común va a querer tributar más impuestos para que se los roben los corruptos de siempre o se vaya en pagar funcionarios de un Estado derrochador e ineficiente.

A buena hora le hablaron al oído y aplazó la nefasta reforma para después que se vote el Plebiscito por la paz, sin embargo, los resultados son tan desalentadores en la conducción del Estado que este mismo corre peligro por el malestar general que cunde en la opinión pública que mira impávida la devaluación del peso, el oscuro panorama económico y los pocos resultados que alivien la carga de los ciudadanos de a pie.

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